Lo que para la mayoría de los chicos es una feliz aventura, para Isabella Springmuhl significaba una gran frustración. Cada vez que salía al centro comercial con su madre, se paraba frente a las vitrinas de los almacenes de ropa femenina, pero nunca encontraba algo para ella: eran prendas para personas ‘normales’ que no encajaban en la anatomía de alguien con síndrome de Down.

El 23 de octubre de 1996, cuando Isabella nació, el mundo se le vino encima a Isabel Tejada, su madre, cuando los médicos le dijeron que la niña sufría aquella condición producida por la presencia de un cromosoma adicional. Desde que supo que estaba embarazada, a los 40 años, los médicos le indicaron que había riesgos, pero jamás imaginó algo así. Por supuesto, se derrumbó.

“Hasta ese momento fui feliz”, dice Isabel, que ya tenía otros tres hijos. Ansiedad, frustración, dolor y mucha incertidumbre por el futuro, el de la niña, el suyo y el de su familia, la invadieron. “¡Qué equivocada estaba! Isabella fue una bendición y hoy sé que tenía que llegar a mi vida para brindarnos tantos aprendizajes tan valiosos”, agrega. Ahora, Isabella es su mayor orgullo.

Desde muy pequeña, Isabella demostró ser alguien especial, pero no de la forma en que la sociedad concibe a las personas que sufren este síndrome. Especial porque siempre fue inquieta, observadora y, sobre todo, talentosa. Desde los 3 años, se conectó con la moda porque era la que acompañaba a su abuela, que tenía un taller de moda y confección llamado Xjabelle.

Mientras la abuela diseñaba y cosía, Isabella la miraba, ojeaba revistas de moda y hacía dibujos rudimentarios de prendas de vestir en hojas de papel. Más grande, después de los 6 años, le pedía a su mamá que le comprara telas autóctonas de su natal Guatemala para diseñar vestidos para sus muñecas de trapo. Fue cuando se le metió en la cabeza que quería ser una diseñadora de modas.

Sin embargo, fue hasta después de que terminó el bachillerato con énfasis en Ciencias y Letras, que pudo darle rienda a su pasión y mostrarle al mundo su inmenso talento, su convicción y su pasión por la moda. Fue, también, cuando comenzaron las dificultades que le permitieron mostrar su fortaleza, para sobreponerse a la discriminación, a la ignorancia, al señalamiento de la sociedad.

Intentó ingresar a la única universidad de Guatemala que ofrecer la carrera de Diseño de Modas, pero no fue admitida por su condición. Ese momento supuso una gran decepción, pero también le sirvió como motivación. Decidida a cumplir su sueño, a no rendirse, con su mamá encontraron en internet algunos cursos a través de los cuales Isabella obtuvo la formación que deseaba. ¡Nada la detendría!

Algo parecido debió enfrentar cuando tocó la puerta de la industria de la moda para dar a conocer su trabajo: de nuevo, la respuesta que obtuvo fue un no rotundo que, otra vez, la lleno de coraje y la empoderó. Con paciencia y con pasión, Isabella continuó su trabajo produciendo una amplia variedad de accesorios, carteras, ponchos y vestidos, siempre respetando las tradiciones de su país.

Si bien sus diseños son aptos para cualquier mujer, están pensados, principalmente, para las personas con síndrome de Down y llenan un vacío que las grandes marcas y otros diseñadores pasan por alto. “Por nuestras características físicas, a veces resulta difícil encontrar ropa bonita que nos quede bien. Tenemos cuellos cortos, torsos cortos”, explica. Los tabúes no la detienen.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Isabel Tejada es la mama de Isabella y también su principal impulsora, su cómplice.


Isabella Springmuhl es una joven guatemalteca que nació con síndrome de Down y sufrió discriminación por cuenta de esa condición. Sin embargo, gracias a que su abuela le inculcó la pasión por la moda, logró derribar obstáculos y hoy es una reconocida y exitosa diseñadora.


“Prefiero utilizar telas típicas para diseñar porque tienen colores hermosos y lo que hago tiene espíritu libre. Por eso, uso pompones, cuero y adornos bordados en mis diseños. Quiero que la gente vea dentro de mí y de mi corazón, que me sigan y me feliciten en otros países por lo que hago. Lo cierto es que al público le encantó su propuesta y la acogió de inmediato.

Respaldada por su abuela, ayudada por su madre y por otras personas que confiaron en su talento, Isabella logró crear su propia marca, Down to Xjabelle, y empezó a vender sus productos. Su tía y una prima la le dieron la oportunidad de llevarlos a un evento del Museo Ixchel del Traje Indígena. Sus diseños, llenos de color y vida, fueron un éxito y se vendieron en su totalidad ese mismo día.

Se hizo visible, llamó la atención de propios y extraños y logró que la invitaran a participar en uno de los eventos más prestigiosos de la industria: la Semana de la Moda en Londres (Inglaterra). Llena de entusiasmo e ilusión, segura de que era la oportunidad que esperaba, cruzó el Atlántico y se presentó en la gran vitrina con sus muñecas de trapo y sus diseños, en 2016. ¡Fue un éxito!

De hecho, al final de ese año, la BBC la incluyó en la lista de ‘100 mujeres inspiradoras’, en la que solo había otras 8 latinoamericanas, algunas de ellas reconocidas: Carmen Aristegui (periodista mexicana), Evelyn Miralles (ingeniera informática venezolana), Mariana Costa (empresaria peruana), Marta Sánchez Soler (socióloga mexicana) y Marta Vieira da Silva (futbolista brasileña).

Además, fueron distinguidas Mercedes Doretti (antropóloga forense argentina), Morena Herrera (activista salvadoreña) y Natalia Ponce de León (activista colombiana). ‘BBC 100 Women’ nombra cada año a 100 mujeres influyentes e inspiradoras de todo el mundo y difunde su labor a través de documentales, reportajes y entrevistas sobre su vida, para inspirar a otras mujeres.

Ese logro la hizo muy feliz, pero no se obnubila, no pierde el norte: sabe que habrá muchas más dificultades, que se cerrarán algunas otras puertas y que tendrá que luchar contra la ignorancia y la discriminación que pululan por doquier. Nada de eso, sin embargo, la intimida. Entiende que el reconocimiento conseguido le servirá para blindarse y también para ayudar a personas como ella.

Además de una empresaria exitosa, de una diseñadora de modas talentosa y de una mujer inspiradora, Isabella es una joven común y corriente. También practica el canto y ya dio su primer recital de ópera y, entre otras actividades, disfruta de la equitación, de jugar al tenis y de bailar zumba. Y, por supuesto, como cualquier joven, aún tiene muchos sueños por cumplir.

“Si tienes una condición especial, te costará mucho más trabajo, pero puedes lograrlo igual que los demás”, dice Isabella. Lo único que necesitamos las personas con síndrome de Down es que nos dejen tener nuestro propio aprendizaje, a nuestro ritmo. Solo queremos que nos vean como seres humanos y nos dejen pelear nuestras propias batallas”. Y ella, ya lo sabemos, es una ganadora.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Los diseños de Isabella son para cualquier mujer y están llenos de colorido.