Si estás en el mundo de los negocios, en internet o fuera de la red, estoy seguro de que coincidirás conmigo en que lo más difícil de nuestro trabajo es conseguir clientes de calidad. ¿De acuerdo? Esa, sin duda, es la tarea que más energía nos demanda, también la que absorbe la porción más grande de nuestro tiempo y recursos.
Una buena idea es un comienzo. La gestación de tu negocio hasta cristalizarlo es un proceso que suele ser apasionante, un aprendizaje invaluable. La investigación del mercado es vital para que puedas diseñar la estrategia de marketing adecuada y un buen producto apoyado sobre el mensaje correcto es un buen punto de partida.
¿Hacia dónde voy? A que aquello es importante, son tareas que debes cumplir, pero nada de eso vale si no tienes clientes, si nadie te compra el producto o servicio que ofreces. Me dirás que es algo obvio, pero precisamente por obvio es que vale la pena recalcarlo: porque los seres humanos solemos pasar por alto eso que supuestamente es tan notorio.
Vuelvo al comienzo: lo más difícil del trabajo de un emprendedor es conseguir clientes. Requiere mucho tiempo, trabajo e inversión. Sin embargo, te formulo una pregunta: ¿Qué es más difícil: conseguir un cliente o conservarlo? Ah, ya sé que estás pensando en lo segundo, y de nuevo estamos de acuerdo. Conservar un cliente es más difícil.
¿Por qué te digo esto? Porque conozco emprendedores que están convencidos de que el ciclo de su trabajo con un cliente termina cuando este hace una compra. ¡Terrible error! Aquellos que solo compran una vez no son buenos clientes, haz de saberlo. Pero, para que esa persona te compre en otras oportunidades, necesitas conquistarlo, enamorarlo.
Mejor bueno conocido
Con el tiempo, yo mismo aprendí una lección que espero te ayude mucho: el verdadero trabajo comienza cuando el prospecto se convierte en cliente, es decir, cuando realiza la primera compra. En adelante, necesitas esforzarte más para darle motivos, para exponerle argumentos que lo convenzan de seguir a tu lado y, sobre todo, de comprar otras veces.
Eso, antes de dar el paso que todos soñamos: que se transforme en evangelizador de tu marca, que es de la forma en que se cierra el círculo. Para que ese proceso termine de manera feliz, y se repita una y otra vez, voy a compartir contigo algunos tips que aplico en mi estrategia de marketing y que ojalá te sirvan para que tus clientes te adoren:
1) Conócelos como a ti mismo: entiende que tu misión es solucionar un problema que tiene el mercado y que, en consecuencia, tu primera tarea es definir quién es tu cliente. Eso significa establecer qué hace, qué le gusta, qué sueños tiene, qué lo mueve, qué lo trasnocha, cuál es su estilo de vida. Son datos valiosos para segmentar el mercado.
A veces, en su afán por cerrar la primera compra, los emprendedores menospreciamos la información del prospecto y después no sabemos cómo enamorarlo. Si no los conoces, no puedes entablar una relación con tus clientes, y si no tienes una relación nunca habrá confianza y credibilidad, y si no hay confianza y credibilidad tu negocio se derrumbará.
2) Enamóralo todos los días: la relación con los clientes es algo complejo, debe alimentarse a diario. El contenido de valor es ingrediente fundamental, pero hay que emplear más estrategias. Premia su fidelidad e invítalos a probar tu nuevo producto; eso le dará a entender que es importante para ti, que su opinión es valiosa.
Bríndale la mejor atención posible y no pierdas el contacto. Lo peor que puedes hacer es darle la impresión de que te olvidaste de él, porque buscará tu reemplazo. Cumple las promesas que le hiciste, y de ser posible entrégale algo más. Supera sus expectativas, sorpréndelo con una invitación a un evento privado, no pases por alto sus quejas.
3) Dale una experiencia: no te conformes con brindarle un buen producto, un servicio adecuado. Lo que el cliente busca, la razón por la que te escogió a ti es porque está seguro de que le ofreces la solución a su problema y que, además, disfrutará la experiencia. Enfócate en generar emociones que lo impacten, que conquisten su lealtad.
Mantenlo informado acerca de lo que haces, de otros productos, de otras alternativas en las que puedes beneficiarlo. Innova e involúcralo, dale motivos irrefutables para que se sienta parte de tu éxito. Dale herramientas para desarrollarse y bríndale oportunidades para educarse. Convéncelo para que por su cabeza nunca pase la idea de abandonarte.
Consentir al cliente es mejor que perderlo. Más fácil y más barato, también. Entiende que, por más que esa persona te busque porque le puedes dar aquello que necesita, él es muy importante para tu negocio. Es una relación recíproca, y eso significa que cada una de las partes debe dar lo mejor de sí para que funcione. Si no lo aplicas, lo pagarás muy caro.
“La mejor publicidad la constituyen los clientes satisfechos”, y para que estén satisfechos debemos consentirlos continuamente, tal como escribe Alvaro.
“Lo más importante es predecir hacia dónde van los clientes, y pararse en frente de ellos ofreciendo nuestras soluciones que le aporten valor“ .- Philip Kotler
Abrazos y se aprende mucho con estos artículos Alvaro,
Sergio.-