El problema no es tu producto, es que no sabes para quién es
Poner en marcha un negocio es una tarea exigente. No solo por la cantidad de decisiones que hay que tomar, sino porque todo parece urgente, todo parece importante y todo reclama atención inmediata. En medio de ese ruido, muchos emprendedores cometen un error crítico: enfocarse en todo… menos en lo esencial.
Y cuando eso ocurre, el negocio comienza a caminar en círculos.
Se trabaja duro.
Se invierte tiempo.
Se gasta dinero.
Pero los resultados no llegan.
No porque el producto sea malo.
No porque el servicio no funcione.
Sino porque el mensaje no está llegando a las personas correctas.
Cuando el mensaje es bueno, pero el mercado es el equivocado
Uno de los errores más frecuentes —y más costosos— es no saber con exactitud quién es el cliente ideal. El emprendedor cree que lo sabe, lo da por hecho, pero rara vez es así.
¿La consecuencia?
El mensaje se diluye.
Las campañas no funcionan.
La frustración aumenta.
Y el negocio entra en ese túnel oscuro del que no es fácil salir: hacer mucho y lograr poco.
El autoengaño más común del emprendedor
El ser humano tiene una tendencia natural a proyectarse en los demás.
Creemos que el cliente piensa como nosotros.
Que quiere lo mismo que nosotros.
Que valora lo mismo que nosotros.
Y ahí empieza el problema.
Tu cliente no eres tú.
Tus creencias no son las suyas.
Tus prioridades no son las suyas.
Tus problemas no son los suyos.
Cuando asumes lo contrario, te comunicas desde el lugar equivocado.
¿Quién sí es un cliente potencial?
Más allá de definiciones académicas, un cliente potencial cumple, al menos, estas condiciones:
• Es accesible económicamente
• Tiene una necesidad real
• Está dispuesto y capacitado para pagar
• Preferiblemente, ya te conoce o confía en ti
Si una persona no cumple estos criterios, no es tu cliente, por más que quieras que lo sea.
La lección de Dan Kennedy y las alfombras
Mi mentor Dan Kennedy, una de las mayores autoridades en marketing de respuesta directa, contaba el caso de un empresario dedicado a la limpieza de alfombras.
Tenía un buen servicio.
Tenía un mensaje correcto.
Tenía experiencia.
Pero no ganaba dinero.
Decidieron recorrer el vecindario donde estaban “sus clientes”. Bastaron unos minutos para descubrir la verdad: casas deterioradas, jardines descuidados, autos dañados, fachadas abandonadas.
Ese mercado no tenía alfombras… ni interés en limpiarlas.
Mensaje correcto.
Mercado incorrecto.
Resultado: fracaso garantizado.
El orden importa (y mucho)
Hay una secuencia que no puedes alterar:
1. Definir un mensaje claro
2. Definir a quién se lo vas a decir
3. Elegir el medio
Cuando saltas el segundo paso, todo lo demás se convierte en desperdicio.
Invertir en marketing sin conocer al mercado es como tirar billetes a la chimenea esperando que se multipliquen.
El error de querer venderle a todo el mundo
Muchos emprendedores creen que mientras más amplio el mercado, más ventas.
Y ocurre exactamente lo contrario.
Mensajes genéricos.
Promesas débiles.
Comunicación aburrida.
Al final, no conectan con nadie.
👉 Cuando le hablas a todos, no le hablas a nadie.
Antes del qué, siempre va el quién
La mayoría se obsesiona con preguntas como:
• ¿Qué voy a vender?
• ¿Qué precio voy a poner?
• ¿Qué producto voy a lanzar?
Y se olvidan de la única pregunta que realmente importa:
👉 ¿A quién voy a servir?
Mientras no respondas eso con absoluta claridad, no hay mensaje posible que funcione.
Un mismo producto, varios mensajes
Un error común es pensar que un solo mensaje sirve para todos.
No.
En mi caso, por ejemplo, mi programa Flujo Ilimitado de Clientes sirve para consultores, coaches, asesores, conferencistas y profesionales independientes.
Pero el mensaje cambia según a quién me dirijo.
El problema es el mismo.
La conversación no.
La riqueza está en los nichos
Hay una verdad que el mercado confirma una y otra vez:
Hay riqueza en los nichos.
No necesitas más clientes.
Necesitas los clientes correctos.
Cuando defines con precisión a tu cliente ideal:
• Bajan tus costos de publicidad
• Aumenta tu tasa de conversión
• Disminuye el estrés
• Crecen tus ingresos
La claridad paga dividendos.
Pensar en uno para llegar a muchos
La mente del emprendedor tiende a pensar en multitudes.
El marketing efectivo piensa en una sola persona.
Un cliente ideal.
Un problema específico.
Un mensaje directo.
Luego, ese mensaje se escala.
El especialista siempre gana
¿Quién gana más dinero: un médico general o un cirujano cardiovascular?
El especialista.
¿Por qué?
Porque el mercado valora más la claridad que la generalidad.
Lo mismo ocurre en los negocios.
Cuida a tus clientes: ahí está el verdadero negocio
Muchos emprendedores cometen otro error fatal: obsesionarse con conseguir clientes nuevos y descuidar los actuales.
Y eso es como abandonar un jardín que ya floreció para ir a sembrar en el desierto.
Tus clientes actuales son:
• Los más fáciles de vender
• Los más rentables
• Los más valiosos
Son un tesoro que ya conquistaste.
El negocio real está en la base de datos
El activo más importante de tu negocio no es el producto, ni el local, ni el logo.
Es tu base de datos de clientes.
Si tienes su información y cuidas la relación, puedes:
• Venderles de nuevo
• Ofrecerles otros productos
• Lanzar nuevos negocios
La confianza viaja contigo.
Nunca asumas, siempre pregunta
Uno de los errores más costosos en los negocios es asumir que el cliente sabe todo lo que haces.
No lo sabe.
Si no se lo dices, no existe.
Preguntar abre puertas.
Callar las cierra.
El mito del “cliente satisfecho trae clientes”
No es verdad.
El cliente satisfecho no recomienda espontáneamente.
Está ocupado viviendo su vida.
Si quieres referidos, tienes que pedirlos y premiarlos.
Los programas de referidos funcionan porque alinean intereses.
Reactivar clientes perdidos es una mina de oro
Un cliente perdido no siempre está perdido para siempre.
A veces basta con:
• Un mensaje sincero
• Un detalle inesperado
• Una oferta bien pensada
Es más fácil recuperar a alguien que ya confió en ti, que convencer a un desconocido.
La frecuencia de contacto lo es todo
En negocios físicos: mínimo cada 20 días.
En negocios digitales: a diario.
Si no estás presente, te olvidan.
Si te olvidan, desapareces.
No todo contacto es venta.
Mucho contacto es confianza.
El principio final que quiero que recuerdes
• El primer error del emprendedor es creer que conoce a su cliente
• Conocer el mercado es saber exactamente a quién sirves
• Antes del qué, siempre está el quién
• Tus clientes actuales son tu mayor activo
• Es diez veces más fácil venderle a quien ya confía en ti
El éxito en los negocios no comienza con un producto.
Comienza con claridad.





