Me gustan las casualidades, porque te sorprenden, porque tienen la capacidad de cambiarte el semblante del día, porque te demuestran que los lazos que estableces con una persona a la que admiras, respetas y aprecias son poderosos, a pesar de la distancia. Y, también, como en el caso que te voy a compartir, porque te llenan de alegría.

Andaba revoloteando por mi casa en busca de que las musas de la inspiración regresaran a mí y sonó el teléfono. Cuando tomé el auricular, al otro lado de la línea escuché una voz familiar, de esas que te sobresaltan el corazón: era mi amigo Phil Alfaro, uno de mis mentores. Hacía rato no conversábamos, de ahí que su llamada fue una sorpresa.

Mercado Global - Álvaro Mendoza

Mahatma Gandhi fue una de las figuras más influyentes del siglo XX. Su prédica está vigente.

Trabaja en un nuevo proyecto y me llamó para consultar mi opinión. Fueron pocos minutos los que hablamos de ese tema, aunque la conversación fue más extensa. Nos reímos, nos acordamos de situaciones del pasado y, como se dice en Colombia, ‘actualizamos el cuaderno’. Además, algo que charlamos me sirvió para escribir esta nota.

Me habló sobre un cliente al que asesora hace unos meses, y se refirió específicamente al afán de esa persona porque no lograba los objetivos propuestos. Me dijo que la mortifica el hecho que pase el tiempo y no vea cambios significativos. Esa es una situación muy común entre los emprendedores principiantes, que son impacientes.

Después de sostener varias charlas con el fin de detectar el problema, Phil descubrió cuál era la razón por la que el negocio de esta persona no evolucionaba como esperaban. Para explicarle, escogió una frase célebre de Mahatma Gandhi, uno de los líderes espirituales más importantes e impactantes de la historia de la humanidad: “Mi vida es mi mensaje”.

Mercadeo Global - Álvaro Meneoza

En marketing, lo que dices y lo que haces tienen que estar en concordancia, o perderás credibilidad.

Cuando los emprendedores logramos algún grado de reconocimiento del mercado, cuando nos convertimos en modelos para un grupo de personas, cuando la vida nos da el privilegio de guiar a otros a buscar y cristalizar sus sueños, no basta la retórica. Debe haber una conexión real entre mensaje y acción, o de lo contrario se corta el nexo.

¿A qué me refiero? Si tú te muestras ante el mercado como una persona humilde, de corazón generoso, con vocación de servicio y dispuesta a hacer algo por los demás, debes ser consecuente con esos dichos. Es decir, tu comportamiento debe ser genuinamente humilde, generoso, servicial, en todas y cada una de las facetas de tu vida.

Tú eres el testimonio

Hoy, uno conoce personas que se venden como la solución perfecta para el mercado, pero en otros ámbitos (por ejemplo, las redes sociales), muestran una cara distinta. Allí son intolerantes, agresivos, discriminatorios. Es una contradicción que a las figuras públicas el mercado no está dispuesto a permitirles, y que les cobra de la manera más dolorosa.

Una de las enseñanzas más grandes que aprendí de Phil y otros de mis mentores fue la coherencia: tu vida debe ser fiel reflejo de tu prédica. En el mundo actual, nada está oculto bajo el sol, y los clientes son muy curiosos: lo quieren saber todo sobre ti, investigan, hurgan en la red. Y son implacables cuando encuentran contradicciones.

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En la India, Gandhi se convirtió en la esperanza de vida de los menos favorecidos. Un mentor.

Si tú predicas humildad y generosidad, pero publicas fotos en las que haces ostentación de riqueza y comentarios que van en contravía de esos valores, perderás credibilidad. Si predicas sencillez, pero cuando la gente te aborda en la calle o en un evento para tomarse una foto contigo te niegas, tu imagen se derrumbará como un castillo de naipes.

En marketing, la estrategia más efectiva es el ejemplo: mostrarle al cliente que aquello que le dices que haga es real, efectivo. No se trata de subirse a un escenario o grabar un video hablando con autoridad; tus actos son el mensaje más poderoso. Si lo que haces comulga con lo que dices, tendrás la confianza de tus clientes sin dilaciones.

Hay personas que prometen convertirte en millonario en corto tiempo, dicen poseer la fórmula del éxito. Sin embargo, cuando hablas con ellos, te das cuenta de que no han podido ganar dinero, que tienen un buen discurso, pero no hechos que demuestren que te pueden llevar a donde anhelas. En otras palabras, te venden una mentira.

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El libro que surgió de una de las frases más famosas de Mahatma Gandhi.

“Acuérdate de esta máxima: ‘Mi vida es mi mensaje’. No es solo saber cómo ganar dinero, tener más clientes, ayudar a las personas. Tú mismo tienes que ser el modelo, tu negocio debe ser el testimonio de que tus estrategias sí funcionan”, le dijo Phil a su cliente, que pronto entendió que él mismo era el culpable del estancamiento de su proyecto.

Ghandi fue una figura influyente en la primera mitad del siglo pasado porque, a pesar de su sabiduría, de su preparación académica (era abogado, pensador y político), nunca se traicionó. Su vida coincidía perfectamente con su comportamiento, de ahí el poder de aquella frase: ‘Mi vida es mi mensaje’, que dio para escribir un libro, publicado en 2003.

Vivió en la India, un país en el que la pobreza y la desigualdad social eran muy marcadas, y se ganó el respeto y el aprecio de muchos (dicen que tenía 200 millones de seguidores) no solo por la profundidad de su discurso, sino porque él era el primero en vivirlo. Y era tal la fuerza de su prédica, que hoy la mayoría de sus postulados siguen vigentes.

Cuando se terminó la charla con Phil, me tomé unos minutos para reflexionar. Y te invito a que tú hagas lo mismo, porque como seres humanos estamos expuestos a equivocarnos. El mensaje más poderoso no sale de tu boca, sino de tu corazón, y son tus actos. Si eres genuino, si eres honesto, así lo percibirá el mercado. Y te lo agradecerá y lo retribuirá.