Cuando tú dices que eres médico, cualquier persona entiende qué carrera estudiaste y sabe que estás al servicio de tus pacientes para aliviarles aquellos males que aquejan su salud. Cuando dices que eres abogado, cualquier persona entiende que estudiaste leyes y trabajas para solucionar los problemas de las personas en ese campo específico.

Sin embargo, cuando tú dices “soy emprendedor” las demás personas pueden hacerse mil y una ideas diferentes, pueden pensar que te dedicas a tareas diversas. Dado que en las escuelas de formación convencional no hay una carrera llamada Emprendimiento, como sí hay una de Medicina u otra de Derecho, le definición se torna complicada, ambigua.

Dicho en otras palabras, no es posible aún cursar una carrera de Emprendimiento y obtener un título que te acredite ante el mercado. Eso es lo primero que debe quedarle claro a quien cree que quiere ser emprendedor. Lo segundo es que como no hay una escuela formal, requieres conocimiento en diversas áreas para aspirar al éxito.

Sí, debes saber de marketing (es lógico e imprescindible), pero también de tecnología (especialmente, si tu negocio es virtual) y de comunicación (porque necesitas comunicarte con el mercado). De leyes, de sicología, de pedagogía y de ventas y networking también debes saber algo más que lo básico, porque son complementos que vas a necesitar.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Si aquello a lo que te dedicas no te da felicidad, estás perdiendo tu tiempo.

Y te estoy hablando de lo básico, de lo general. Porque hay otros aprendizajes requeridos de acuerdo con el campo que abarque tu emprendimiento. Algunos serán más especializados que otros, pero la profundización del conocimiento no es una opción si lo que deseas es alcanzar el éxito y convertirte en la mejor opción para el mercado.

¿Por qué es importante tener claro todo esto? Porque el emprendimiento, como la medicina, el derecho o la sicología, no es para todo el mundo. Aunque tengas buenas ideas, aunque poseas conocimiento, aunque dispongas de recursos, eso no significa que vas a ser un emprendedor o que, si te lanzas al agua, vas a tener éxito.

La primera condición requerida, un sine qua non, es salir de tu zona de confort. Y, ya lo sabemos, no todos estamos dispuestos a hacerlo, al menos no de manera voluntaria. Lo segundo es que debes asumir el riesgo y ser consciente de que el fracaso es una de las opciones, así que necesitas estar preparado para enfrentar y, claro, superarlo.

Es probable que me digas que cumples esas dos condiciones, lo que indica que vas por buen camino. Sin embargo, ¿qué tal la tercera? La prioridad de un emprendedor es poner al servicio de otros su conocimiento, experiencia, pasión y sus recursos, lo que en la realidad se traduce en subordinar lo monetario a la satisfacción por el beneficio común.

¡Hum!, ya no suena tan atractivo, ¿cierto? A ver, hagamos una precisión pertinente para evitar confusiones o que se distorsione el mensaje. El dinero no es un problema, pues todos lo deseamos, todos lo necesitamos: el problema es cuando el dinero es el único fin, cuando todos los medios que utilizas están enfocados en conseguir dinero, solo dinero.

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Aquello que elijas como trabajo debe estar ligado a tus pasiones, a tus sueños.

Conozco mil y una historias (y un poco más) de personas y empresas que después de tocar el cielo con las manos cayeron al fuego de los infiernos y allí se quemaron, con todo y su dinero. Seguramente tú también conoces algunas. En otras palabras: el dinero no los salvó de dificultades, no les evitó problemas, no los hizo más inteligentes, no los hizo felices.

Hasta que llegamos al punto, a la palabra clave: felicidad. Un negocio puede ser muy exitoso, pero no dejará de ser un negocio común y corriente si no incorpora aquella felicidad que no está atada a la consecución de dinero. Sí, la que se desprende de lo que te apasiona, lo que amas, lo que te convierte en una persona única y especial.

Quizás tú seas el propietario de un restaurante reconocido, en el que la mayoría de las mesas son ocupadas a diario. Sin embargo, no sabes nada de cocina, no te gusta cocinar y te da lo mismo comer hamburguesa, pizza o cordon bleu, salmón. Está claro que lo tuyo es el negocio, los números, la administración, no la gastronomía y la experiencia tras ella.

Características del emprendedor

Y aquí, justamente, aparece otro concepto básico que diferencia a un negocio común y corriente de un verdadero emprendimiento: la experiencia del cliente. A todos los que hacemos negocios nos interesa que el cliente se sienta bien, que deje abierta la puerta después de cada compra, pero una experiencia inolvidable es algo más que eso.

A veces, tú necesitas un pantalón y lo compras en aquella tienda a la que acudes desde hace tiempo; siempre te atienden bien y por la frecuencia de tus visitas te reconocen. Un día, sin embargo, en otro centro comercial, entras a un local de la que no habías escuchado y compras otro pantalón, quizás más costoso, simplemente porque te gustó.

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Ser emprendedor no es una decisión que se pueda tomar a la ligera.

Ese comportamiento se da cuando lo único que nos interesa es el producto. En cambio, cuando la prioridad es la experiencia, cuando el diferencial es la experiencia, el asunto es distinto. El emprendedor está conectado con su pasión, sus valores, sus sueños, con aquello que en verdad amas, y decide ponerlo al servicio de los demás, compartirlo.

Eso, por supuesto, no ocurre con el dinero. Aquellos que trabajan para conseguirlo lo atesoran, lo guardan en el banco, lo invierten en propiedades y acaso lo comparten con su círculo más íntimo. En cambio, cuando compartes lo que tienes, tu esencia (conocimiento, experiencia, valores), los recibes de regreso multiplicados y, sobre todo, enriquecidos.

A continuación, expongo diez características que te hacen un verdadero emprendedor:

1. Tu negocio está atado a tus sueños: sí, no pueden ir en contravía. De hecho, tu negocio es el vehículo que te transporta hasta donde están tus sueños, tu felicidad. 2. Crees en ti: tienes confianza en tu conocimiento, en lo que te han enseñado tus experiencias, y sabes que puedes ayudar a otros a superar sus problemas, a realizarse y ser felices.

3. Vences al miedo: el miedo siempre va a estar ahí presente, de diferentes formas. Por eso, lo importante es enfrentarlo y superarlo, aprender de él y dejarlo enterrado en el pasado. 4. Eres apasionado: indispensable, porque es la condición que te permite ir un poco más allá siempre, a pesar del cansancio, de los fracasos, de las dificultades.

5. Un estilo de vida: sí, el emprendimiento es eso, justamente. Un estilo de vida que tú mismo riges, en el que tú tomas las decisiones, en el que tú recibes los beneficios. 6. Quieres libertad: estrechamente ligado al anterior. Sientes la necesidad de ser dueño de tu tiempo, de hacer lo que te plazca, de perseguir tus propios sueños, no los ajenos.

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Prende la llama de la pasión y conéctala con sus sueños. Ese es el camino al éxito.

7. No te rindes: es posible que en algún punto del camino queramos tirar la toalla, o que de hecho lo hagamos; sin embargo, el emprendedor siempre persiste, regresa a luchar por aquello que desea. 8. Te hartaste de lo convencional: no quieres estar atado a un horario, a un grupo sin aspiraciones, a trabajar para que otro disfrute los réditos.

9. Entiendes el fracaso: sabes que es parte del proceso, que detrás de estos tropiezos hay un valioso aprendizaje. No le temes porque eres más fuerte, porque tus sueños son más fuertes. 10. Inviertes en ti: te capacitas constantemente, sigues a un mentor, asistes a seminarios y conferencias, lees. Sabes que hay que pagar el precio del éxito y la felicidad.