Si tienes 40 años o menos, esta es una historia imperdible para ti: ocurrió cuando apenas eras un niño y seguramente no tienes conciencia del hecho.

Sin embargo, tan pronto te cuente de qué se trata, vas a reconocer que es algo que marcó tu vida de manera muy significativa, porque te voy a hablar de un invento que cambió al mundo.

Mucho más que un teléfono, el DynaTAC 8000x fue un invento inmortal.

“Joel, soy Marty. Te llamo desde un teléfono móvil, un terminar portátil real”. Con esa corta, pero histórica frase, la carrera tecnológica que había durado más de una década terminó y dejó un vencedor: Motorola Mobility.

Marty es Martin Cooper, por aquel entonces director corporativo de Investigación y Desarrollo de Motorola. Joel es Joel Engel, su homólogo y rival en Laboratorios Bell, de AT&T.

Subámonos a la máquina del tiempo y viajemos de regreso a comienzos de los años 70. Desde hacía tiempo, las compañías dedicadas a los desarrollos tecnológicos habían posado sus ojos en algo que hoy es algo imprescindible, pero que en aquella época era completamente exótico: las comunicaciones móviles.

Ya existían los sistemas inalámbricos, del estilo de los transmisores radioportátiles que vemos, principalmente, en las películas de guerra.

Sin embargo, el sueño de los ingenieros de la época era más impactante: conectar al usuario con la red telefónica tradicional, es decir, lo que hoy conocemos como telefonía fija.

Cada uno por su lado, en completo secreto, los gigantes del mercado porfiaron durante años en procura de una solución que, sin embargo, se demoró en llegar porque tampoco se habían desarrollado las antenas transmisoras y las terminales, los otros eslabones de la cadena.

El ambiente en Estados Unidos estaba caldeado porque la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), la organización que legisla las comunicaciones y otorga las licencias, debatía si le permitía a AT&T la instalación de una red inalámbrica para ofrecer los servicios de telefonía móvil.

Esta empresa quería hacer el trabajo al derecho, es decir, primero la red y luego, los teléfonos, pero la rivalidad cambió el rumbo de la historia.

¿Cómo así? Consciente de lo que podría significar que su más enconado competidor recibiera el beneplácito del gobierno, Motorola jugó una carta desesperada, que a la postre resultó ser también ganadora: le encargó a Cooper la fabricación de un prototipo de teléfono móvil completamente funcional y le dio un plazo de seis semanas.

Corría el mes de diciembre de 1972 y las fiestas fueron un albur para el equipo que asumió la responsabilidad del proyecto.

“En diciembre, Marty me llamó y me dijo: ‘Hay que fabricar un teléfono celular portátil’. Lo único que atiné a responder fue, ‘¿Qué diablos es un teléfono celular portátil?’”. Así relata Rudy Krolopp el episodio que dio comienzo a la frenética carrera.

En una verdadera contra reloj, el equipo comandado por Krolopp cumplió con el cometido y a comienzos de 1973 presentó su producto: el teléfono Motorola DynaTAC 8000x. Este fue el primer dispositivo móvil aprobado por la FCC.

Lo que siguió fue la corta llamada de Cooper a su par de AT&T, con el que tiempo después, irónicamente, conformaría equipo en Lucent Technologies y, más tarde, en Alcatel-Lucent.

La patente del producto destaca los nombres de Cooper, Krolopp y también el de John Mitchell, por aquel entonces el jefe de la división de Comunicaciones de Motorola.

Un año más tarde, en marzo de 1984, el Motorola DynaTAC salió al mercado.

El aparato tenía unas características que hoy causarían escándalo: pesaba 0,8 kilos y medía 33 x 4,5 x 8,9 cm (alto, ancho, grosor), razón por la cual se le conoció popularmente como ‘ladrillo’ o ‘panela’ (así le decíamos en Colombia).

Tenía autonomía de 30 minutos de conversación y la batería duraba hasta ocho horas, siempre y cuando estuviera en estado de reposo. La recarga de la batería duraba ¡10 horas!, período en el cual el teléfono no se podía usar.

Más increíble aún que estas características, era el precio: ¡Costaba 3995 dólares (unos 10 000 dólares de hoy)!, por lo que solo pudo ser adquirido por millonarios y altos cargos de las empresas.

Se puso a la venta el 6 de marzo de 1983, al cabo de una década de investigaciones y desarrollos tecnológicos, y una inversión de 100 millones de dólares. A pesar de su elevado costo, en el primero año se vendieron 300 000 unidades.

Ese primer teléfono celular portátil causó conmoción en el mercado y revolucionó el mundo de la tecnología.

Aunque no era un aparato que cualquiera pudiera comprar, la demanda superó con creces la oferta: hubo una lista de espera de mil ansiosos compradores, que debieron aguardar meses antes de recibir su aparato, que además era entregado por un cargador portátil (otra novedad) y un profuso manual de instrucciones.

Independientemente de su tamaño, el Motorola DynaTAC 8000x incorporaba algunos detalles y funciones especiales, revolucionarias para la época: tenía una pequeña pantalla con LED rojos en la que se veían los números del teléfono al cual se marcaba, lo que daba la posibilidad de corregir en caso de error.

Los ingenieros de Motorola vislumbraban la posibilidad de identificar a la persona que nos llamaba, aunque no lo pudieron plasmar en ese primer prototipo.

Otro motivo de orgullo para la marca fue el inédito teclado, con nueve funciones especiales: RCL (para remarcar), CLR (borrar los números de la pantalla), SND (marcar el número), STO (almacenar en la memoria el número marcado), END (finalizar la llamada), FCN (de función o menú), PWR (tecla de encendido), LOCK (bloquear el teléfono) y VOL (ajustar el volumen).

La función más revolucionaria fue la memoria, que podía almacenar hasta 30 números.

El 13 de octubre de 1983, es decir, siete meses después de que el Motorola DynaTAC 8000x fue lanzado al mercado, se realizó la primera llamada comercial de la historia: Bob Barnett, presidente de Ameritech Mobile Comunications, la primera compañía que ofreció los servicios de telefonía móvil a los usuarios estadounidenses, se comunicó con un nieto de Alexander Graham Bell, que había viajado hasta Alemania para la inédita demostración.

Barnett llamó desde su automóvil Chrysler, que estaba parqueado en Chicago.

Tras el éxito de este primer aparato, Motorola desarrolló otros modelos: Dyna TAC 8000s, DynaTAC 8500x, 1989 DynaTAC 8900x, America series, International 3200/3300 y UltraClassic/II.

El 15 de agosto de 2011, Motorola Mobility fue adquirida por Google, por 12 500 millones de dólares, y cerró sus operaciones el 19 de mayo de 2012. Antes de desaparecer, sin embargo, nos dejó algunas lecciones muy valiosas:

1) Oportunidad: si bien no era la única empresa interesada en el desarrollo de esa tecnología, y tampoco que estaba más avanzada en el proceso, Motorola supo capitalizar su oportunidad y marcó un hito.

Otros competidores fabricaron más teléfonos, pero el honor de quedar en la historia como pionera le correspondió a Motorola, que supo reaccionar a tiempo.

2) Competencia: si no hubiera mediado la inminente aprobación de la licencia a AT&T para ofrecer los servicios de telefonía móvil, seguramente Motorola no hubiera implementado ese plan de emergencia.

Fue la rivalidad lo que llevó a los directivos a dar el paso, a asumir los riesgos, a luchar por un lugar en la historia. Enterró sus miedos, invirtió y ganó.

3) Riesgo: si bien el Motorola Dyna TAC 8000x estaba lejos de ser el teléfono ideal, fue útil para dar ese primer paso, en clara demostración de que no se necesita el producto perfecto para que un negocio sea exitoso.

Ni siquiera había redes inalámbricas y tampoco existían empresas que ofrecieran los servicios de telefonía móvil, pero había que comenzar.

Mucho más que un teléfono, el Motorola DynaTAC 8000x fue un invento inmortal. Después de su irrupción, una gran cantidad de fabricantes pisó el acelerador y desarrolló otros modelos hasta llegar a esos aparatos maravillosos que hoy conocemos como teléfonos inteligentes.

Sin embargo, más allá de lo que significó para la tecnología, este episodio nos dejó grandes enseñanzas a los emprendedores que soñamos con transformar vidas, con mejorar el mundo.