El deporte nos ofrece con frecuencia ejemplos que los emprendedores no podemos dejar pasar por alto. Si bien no soy un fanático, por el hecho de ser colombiano y latinoamericano no dejo de sorprenderme por el impacto que el deporte y sus ídolos provocan en las personas, que ciertamente llegan a venerarlos y los convierten en guías, en modelos.

Un caso perfecto para ilustrarlo es sir Alex Ferguson. ¿Lo conoces?

Ferguson es como un dios de carne y hueso para los hinchas del Manchester United, el popular club inglés que, cuenta la historia, este escocés lo convirtió en uno de los mejores del mundo.

Duró más de 26 años en ese banquillo (de noviembre de 1986 a mayo de 2013) y, más allá de los 38 títulos (entre ellos, 13 de liga y dos continentales), marcó un estilo de gerencia que dejó grandes enseñanzas para quienes hacemos negocios.

Un jugador común y corriente, tampoco sobresalió demasiado como entrenador en sus primeras experiencias. Se inició en el desconocido East Stirlingshire de su país en 1974. Durante una década, dirigió también al St. Mirren, al sí reconocido Aberdeen y a la Selección nacional durante la Copa Mundo de México-1986.

Y fue al final de ese año, justamente, que llegó al banquillo de un Manchester United que era un infierno en llamas.

Sustituyó a Ron Atkinson, que tras un lustro en el cargo no pudo manejar al vestuario, que como dicen los especialistas era un verdadero cabaret (o, más precisamente, una cantina), y terminó la campaña en posiciones de retaguardia.

Su último título de liga había sido en la temporada 1966-67 y, aunque había conquistado otros trofeos menores, vivía horas aciagas y su hinchada reclamaba a gritos un cambio extremo.

A Ferguson, entonces, le correspondió una reconstrucción similar a la que requirió el club a finales de los años 60, luego del trágico accidente que sufrió la plantilla cuando el vuelo 609 de la British European Airways se estrelló al intentar despegar del aeropuerto de Munich-Reim, en Alemania, tras abastecer combustible.

Murieron 23 personas, incluidos siete futbolistas, y el club debió ser prácticamente reconstruido.

Cuando llegó a Manchester, Ferguson encontró una plantilla con nombres destacados, pero un comportamiento poco deportivo.

La indisciplina era la norma y los incidentes por las borracheras de los jugadores eran la comidilla de los medios de comunicación.

Con mano firme, un discurso que caló de inmediato en el grupo y un modelo gerencial en el que el ser humano era prioridad, Ferguson cambió la historia.

Al cabo de un lustro, sin embargo, pudo ser cesado porque los resultados no se daban. Su crédito, literalmente, estaba a un punto de terminarse. Hasta que en diciembre de 1989 apareció la figura del mítico Bobby Charlton, leyenda del fútbol inglés y mundial, que le dio su respaldo.

Los vientos de tempestad se calmaron, los ánimos se apaciguaron y Ferguson encontró el ambiente para hacer lo que más le gustaba: ganar títulos.

En octubre de 2013, apenas unas semanas después de su retiro, Ferguson y varios de sus jugadores y colaboradores concedieron una serie de entrevistas a Annie Elberse, profesora de Harvard Business School, que la autora resumió en ocho lecciones de liderazgo que se desprenden del trabajo de DT escocés.

Comparto estas leyes adaptándolas a lo que a ti y a mí nos interesa, los negocios, porque son premisas que todos deberíamos aplicar:

1. Empezar por la base: cuando todo el mundo decía que se requerían figuras ya consagradas y de edad para ganar títulos, apostó por los jóvenes de la cantera con sentido de pertenencia, convicción y hambre de triunfo.

Así, se diferenció del resto, rompió una vieja ley del mercado y lo innovó. Construyó un sistema propio, efectivo, que acabó con la hegemonía de Liverpool, lo que muchos consideraban improbable.


Lee aquí el artículo original: Ferguson’s Formula (en inglés)


2. Reconstruir un equipo: una vez levantó una estructura sólida que garantizara varios éxitos, no uno solo, Ferguson aceitó la maquinaria para que, en caso de que una pieza fallara o faltara, apareciera otra apta para hacer el trabajo adecuadamente.

La gestión de los recursos propios y de los que llegaron de afuera fue tan positiva, que se creó una cultura ganadora que aún hoy se mantiene.

3. Estándares elevados, pero asequibles: sin hacer el talento a un lado, Ferguson se preocupó por crear un modelo motivador que convirtió a sus jugadores en ganadores insaciables.

Luchar por ser siempre los mejores y nunca rendirse fueron valores innegociables. Ni siquiera los más connotados, las estrellas, podían relajarse o alejarse del ideal. La exigencia era máxima, y sacó todo el potencial de cada jugador que dirigió.

4. Nunca ceder el control: nunca lo cedió y, mejor, nunca lo perdió. Siempre estuvo al mando y eso lo sabían tanto los directivos como los jugadores. Había reglas estrictas con duras sanciones que se aplicaban sin dilación, y la disciplina siempre imperó.

Más allá de las normas, en todo caso, el ejemplo del líder siempre fue una inspiración para sus dirigidos. Sabía qué hacer en casa situación crítica.

5. Adecuar el mensaje al momento: lo único que nunca aceptó era no esforzarse al máximo. En cualquier otra circunstancia, su mensaje era conciliador, aunque contundente, convincente.

Y nunca dejó de recordarles la ética del trabajo, los beneficios del sacrificio, el aprendizaje que dejan las derrotas y los fracasos. Mantuvo el control, la serenidad, y actuó con inteligencia y prudencia, pero también con decisión y seguridad.

6. Prepararse para ganar: los equipos de Ferguson eran letales en los últimos minutos del partido. Era producto del trabajo de los entrenamientos, que se intensificaban en ese período.

Les enseñaba a los jugadores a asumir retos, a tomar decisiones bajo presión y a estar preparados para ganar, siempre, hasta el último minuto. Constancia, perseverancia, sacrificio, esfuerzo, ambición eran sus valores.

7. Confiar en el poder de la observación: durante los entrenamientos, los trabajos eran dirigidos por sus ayudantes, mientras él se dedicaba a observar detalladamente a sus jugadores. Luego, en privado, se reunía con aquellos que en su concepto requerían mejorar algún aspecto de su juego, o cuyo comportamiento no lo conformara. Delegaba, pero había tareas que él y solo él podía cumplir, y lo hacía con dedicación.

8. Nunca perder la capacidad de adaptación: durante los 26 años que estuvo en MU, Ferguson vio drásticos cambios en el mundo del fútbol, una evolución increíble. Se asesoró de sicólogos, oftalmólogos, instructores de yoga y otros especialistas para estar siempre a la vanguardia.

Alguna vez dijo que uno de los pilares de su éxito era aceptar los cambios y gestionarlos, adecuar su equipo a las nuevas exigencias.

El fútbol no es solo un juego que apasiona a millones de aficionados en todo el mundo. Es, también, una fuente de interesantes aprendizaje para nosotros los emprendedores que buscamos modelos exitosos que podamos adaptar a nuestros casos, y ponerlos en práctica camino de la cima.

Cuando sir Alex Ferguson llegó al Manchester United, estaba cerca del descenso; cuando lo dejó, era el club más importante de Europa.