¿Eres demasiado joven? ¿Eres demasiado viejo? Cuando se habla de emprendimiento, estas son las preguntas que más miedo les provocan a los aspirantes. De hecho, son los interrogantes que más escucho en los eventos a los que asisto. La gente quiere que le diga si está en el momento ideal, si debe esperar, si ya pasó su cuarto de hora.

Para todos ellos solo tengo una respuesta: “El mejor momento es cuando tú decidas que estás listo”. La verdad es que no hay una respuesta perfecta o definitiva para esa pregunta. Un tal John Pemberton creó la fórmula de la Coca-Cola, una de las bebidas más vendidas de la historia, a los 55 años.

Y hay más: un tal Harland David Sanders fundó Kentucky Fried Chicken a los 65, cuando en teoría debería estar disfrutando de las mieles del retiro. Eso nos dice, claramente, que nunca se es demasiado viejo para comenzar un negocio exitoso. ¿Ahora entiendes mi respuesta? Si estás listo a los 50, a los 60 o a los 80, ese es el momento, no otro.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

No hay una edad ideal para emprender: joven o viejo, existe el riesgo del éxito o del fracaso.

En el extremo opuesto, los nombres de Mark Zuckerberg (Facebook), Steve Jobs (Apple) y Bill Gates (Microsoft) nos enseñaron que es posible crear empresa y tener éxito con poco más de veinte años. ¿Lo ves? No hay una fórmula perfecta, tampoco un libreto que se pueda aplicar sin margen de error.

Ni siquiera los estudios que abordaron el tema se ponen de acuerdo, porque literalmente es imposible hacerlo. Hay uno, sin embargo, que nos arroja un dato interesante, porque nos toca directamente. Es aquel que indica que en Latinoamérica la mayoría de emprendedores que alcanzaron el éxito empezaron su aventura a los 38 años.

¿A esa edad se es demasiado joven o se es demasiado viejo? Es uno de esos temas que puede convertirse en una discusión sin fin, por eso creo que la mejor manera de abordarlo es analizar los pro y los contra. Antes, sin embargo, es pertinente repetir algo que dije hace unas líneas: no hay fórmulas perfectas. Ahora sí, entonces, vamos:

Cuando eres joven (digamos, menor de 30 años), te quieres comer el mundo. No tienes límites, posees fuerza y ganas, y no hay miedo que te detenga. Ves los obstáculos como algo normal, los conviertes en oportunidades. Posees espíritu aventurero, no le temes al fracaso y cuando caes te levantas, te sacudes la mugre y continúas como si nada.

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El mejor momento es cuando estés listo para ir a buscar tus sueños y ser feliz.

Los jóvenes son atrevidos y menos apegados que los mayores. Dado que son multitarea, bilingües y preparados académicamente, están en capacidad de asumir riesgos y ser líderes de sus propios emprendimientos. Además, son capaces de reinventarse. Se adaptan fácilmente y trabajan en equipo, si eso no opaca su individualidad.

Cuando eres joven, sin embargo, careces de experiencia. Es probable que acredites algunos pocos años en el ámbito laboral, pero seguramente no has vivido esos momentos que te marcan, que te forman, que se enseñan, que te endurecen la piel y te permiten sobreponerte a los fracasos.

Te falta acumular aprendizaje, conocimiento y bagaje, ingredientes indispensables del criterio que te permite tomar decisiones trascendentales. Los jóvenes, como norma general, no poseen el compromiso ni el sentido de pertenencia que se requieren para darle impulso a la pasión que empezar un emprendimiento.

La edad no es decisiva

También son propensos a abandonar sus trabajos simplemente porque no se sienten cómodos o valorados o porque les dan prelación a otros sueños, como viajar. Y, por último, lo normal es que no dispongan de los recursos económicos necesarios para montar un negocio competitivo, salvo que tengan patrocinio familiar.

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Algunas de las más grandes empresas se iniciaron cuando sus gestores tenían más de 50 años.

Cuando eres viejo (digamos, mayor de 30 años), has sufrido varios golpes de la vida y conoces muy bien el sabor del triunfo, pero también el de la derrota. Le perdiste el miedo a equivocarte, porque te has equivocado una y otra vez. Sabes qué es estar desempleado y salir adelante, y probaste conocimientos y experiencia acumulados durante años.

Los viejos, por norma general, son menos impulsivos, pero más analíticos. Aunque quizás tengan algunas dificultades para moverse en el mundo digital, no tienen miedo a abordarlo y, lo mejor, están en capacidad de aprovechar la tecnología más allá de los usos comunes y corrientes.

Además, han desarrollado dos aptitudes que son fundamentales para alcanzar el éxito en los negocios: saben escuchar y asumir el rol de líderes. Cuando eres viejo, sin embargo, pueden faltarte energías para dar la pelea diariamente en esa temible selva llena de fieras que es el mercado, el mundo de los negocios.

También, puedes pecar de prudente, dado que no solo tienes que pensar en tu beneficio particular, sino que también debes cuidar a tu familia, debes velar por el bienestar y el futuro de tus hijos, o quizás el de tus niegos. Eso puede llevarte a ser demasiado conservador, a marcarles fronteras a tus sueños,  pero no te detiene.

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No te pases la vida pensando en lo que pudo haber sido y no fue: lánzate si estás listo.

Los viejos, por su formación y experiencia, tienen una visión global de los negocios y sólidas redes de contactos, indispensables para el éxito. También se mueven como pez en el agua en círculos directivos en los que la presión de las decisiones es elevada. Y, por último, entienden que el arte de la felicidad está en la desarrollar la vocación de servicio.

¿Eres demasiado joven? ¿Eres demasiado viejo? Como en el amor, en los negocios la edad es solo un número, una referencia que puede ser interpretada de múltiples maneras. No es un factor decisivo. Lo que vale y marca diferencias, es lo que llevas en tu corazón, qué estás dispuesto a hacer, a sacrificar, a aprender, a perdonarte, a servir.

Hay estudios que dicen que en Estados Unidos los emprendedores mayores de 40 años tienen más posibilidades de éxito. Sin embargo, los jovencitos mileniales nos sorprenden con frecuencia por ser gestores de multimillonarios negocios. ¿Conclusión? Nunca se es demasiado joven y nunca se es demasiado viejo para perseguir tus sueños.

Para aquellos que se hacen esta pregunta, solo tengo una respuesta: “El mejor momento es cuando tú decidas que estás listo”. Requieres experiencia, conocimiento, recursos, energía, criterio, espíritu aventurero, fortaleza, autocrítica, madurez y otras cuantas virtudes más. O puedes comenzar sin algunas de ellas y adquirirlas en el camino.

Eso es algo que tú, y solo tú, puedes decidir. ¿Aceptas un consejo final? No importa si eres demasiado joven o demasiado viejo, porque el emprendimiento es la vida misma y la vida es ya, es hoy. No te pases la vida pensando en si es tu momento, o aplazándolo, porque más doloroso que fracasar en los negocios es fracasar en la vida porque nunca te diste una oportunidad.