Este artículo no es apología a los excesos que en vida caracterizaron a Hugh Hefner. Tampoco, una oda a su vida libertina que tanta polémica causó. Menos, una defensa de su revista Playboy, ícono de los sueños ocultos de millones de hombres y pesadilla de cientos de miles de mujeres que, por supuesto, no se veían reflejadas en esas páginas.

A los 91 años, por causas naturales según el comunicado emitido por su familia, falleció Hugh Hefner. Lo hizo en la Mansión Playboy, la icónica residencia de las afueras de Los Ángeles, rodeado de sus seres queridos. Es el fin de una época, de un estilo que marcó la rebeldía, el espíritu contestatario y las ansias de libertad de la juventud de los años 50 y 60.

Hefner nació Chicago (Illinois), el 9 de abril de 1929. Se crio en un hogar de profundas convicciones religiosas y marcada represión. Su padre Glenn les daba la espalda a sus hijos cuando se cambiaba en el vestidor de la piscina municipal y Grace, su madre, imponía los domingos sin radio, en los que acudir a la iglesia era lo único permitido.

El joven Hugh soportó estoicamente ese régimen hasta que la vida le dio la oportunidad de liberarse de las ataduras. Sirvió en el ejército durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, ingresó a la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, de la que se graduó en sicología. Sin embargo, su proyecto de vida era muy distinto.

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Hugh Hefner, por encima de todo, fue un visionario de los negocios.

Comenzó a trabajar como dibujante de tiras cómicas, antes de ingresar a la revista Esquire, de la que salió con una idea fija: crear una revista para hombres. Los 600 dólares que tenía ahorrados fueron la cuota inicial de los 8.000 dólares que invirtió para poner en marcha el proyecto. El primer ejemplar circuló en diciembre de 1953 y fue un éxito.

La portada era un póster de la inmortal Marilyn Monroe, que Hefner había comprado por 200 dólares, y fue la llave del triunfo. La revista no tenía fecha de edición, dado que el propio Hefner no sabía si iba a haber un número 2. Se vendieron 53.991 ejemplares en pocas semanas, la piedra angular de un imperio marcado por los excesos y el éxito.

Por aquellos años, el sexo era un tema tabú en una sociedad posguerra profundamente conservadora y aterradoramente hipócrita. Desde la orilla del frente, sin embargo, Hefner interpretó los deseos de sus lectores: jóvenes universitarios encerrados en sus residencias, viajeros solitarios en los moteles de la ruta y soldados aburridos en los cuarteles.

Hefner, entoces, se convirtió en el emisario de los sueños que todos incubaban en silencio, en secreto. A pesar de la natural censura, que provocó que la revista no se vendiera en muchos establecimientos y fuera escondida en otros, Playboy se convirtió en la lectura preferida de millones de hombres en Estados Unidos y el resto del mundo.

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Esta fue la portada de la primera edición de ‘Playboy’, publicada en diciembre de 1953.

Al cabo de un año, vendía 200.000 ejemplares mensuales y, tras un lustro, superó la barrera del millón de revistas. En 1962, comenzó a publicar la sección de entrevistas, tan famosa como el afiche de las páginas centrales con una modelo desnuda. Fue una conversación entre Alex Haley, autor de Raíces, con Miles Davis, leyenda del jazz.

Una magistral decisión de Hefner, porque por esas páginas pasaron icónicas y mediáticas figuras del deporte, la cultura, la farándula y hasta la política de los Estados Unidos. Muchos de ellos, inclusive, desnudaron sus secretos (no sus cuerpos) y revelaron aspectos de su vida que eran desconocidos. Figurar allí se convirtió en signo de prestigio.

También logró que escritores de la talla de Ernest Hemingway, John Updike, Jack Keouac, Norman Mailer o Ray Bradbury se convirtieran en columnistas. Eso le dio peso a la publicación y sirvió para esquivar las críticas, que nunca cesaron. Los artículos que se publicaban eran de tal calidad, que lograron hacerles mella a publicaciones tradicionales.

Cinco enriquecedoras lecciones

En 1971, Hefner adquirió la Mansión Playboy, en Beverly Hills, una propiedad de 20.000 metros cuadrados y 29 habitaciones. Ese fue el escenario del lado más oscuro de su famoso imperio: fiestas, extravagancia, excesos de todo tipo y hasta acusaciones de consumo de drogas prohibidas y violaciones. Nunca, sin embargo, se comprobó algo.

Participar de una de esas fiestas, inclusive, se convirtió en signo de prestigio: Frank Sinatra, Brigitte Bardot, Roman Polanski, Sharon Tate, Joe DiMaggio, Clint Eastwood, Ryan O’Neal, Bob Hope, Tony Curtis, Bill Cosby, Pamela Anderson, Madonna, Paris Hilton, Earvin ‘Magic’ Johnson y The Rolling Stones fueron algunos de los invitados por Hefner.

Durante los años 80 y 90, Playboy consolidó su imperio, a pesar de que la resistencia nunca bajó los brazos. Eran épocas en la que los jóvenes de cientos de países del mundo se daban mañas para acceder a los ejemplares escondidos por sus padres y saciar sus fantasías eróticas, que luego pasaron del papel a la televisión.

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Siempre rodeado de jóvenes y bellas mujeres, así era la vida de Hugh Hefner.

Sin embargo, llegó el declive. La feroz competencia que le ofrecían publicaciones como Hustler o Penthouse, entre otras, logró minar el poderío de Playboy. El golpe de gracia, sin embargo, lo dio internet, que permitió el acceso gratuito a la pornografía en vivo y en directo. Actualmente, empero, se venden 3 millones de ejemplares al mes en los EE. UU.

Lo que cada uno pueda pensar acerca de Hugh Hefner, su estilo de vida y sus ideales es respetable. Su trayectoria, sin embargo, encierra enriquecedoras lecciones de la que los emprendedores podemos aprender y sacar provecho en nuestros negocios, sin necesidad de llegar a tales extremos. Veamos algunas de ellas:

1) Hefner identificó y solucionó un problema miles de hombres en el mundo. El tabú social les impedía confesar sus fantasías sexuales, que quedaron al descubierto cuando Playboy salió a la venta. Premisa básica del éxito en los negocios: dale al mercado lo que quiere el mercado. Sin duda, identificó su nicho de manera muy precisa y causó gran impacto.

2) Se atrevió a romper esquemas, a ir contra la corriente, a poner el dedo en la llaga. Creía en su producto y lo defendió a capa y espada. Su convicción, su seguridad, su pasión y su persistencia son, sin duda, ejemplares. Para alcanzar el éxito, a veces debemos quebrar algunas reglas, volvernos incómodos para los ortodoxos.

3) Impuso un estilo y consolidó una marca. Primero fueron las jóvenes mujeres desnudas y luego agregó contenido de calidad con artículos de reputados escritores y entrevistas audaces y oportunas. Playboy es una de las marcas más reconocidas en el planeta, un producto que mantuvo una línea, pero que supo innovar y adecuarse a los tiempos.

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La icónica Mansión Playboy, en Beverly Hills. Hefner la vendió en 2016.

4) Aunque de manera controvertida, luchó por los derechos civiles y les dio visibilidad a minorías tradicionalmente discriminadas, especialmente a los negros. La inclusión fue su bandera, una razón por la que logró identificarse con el público. Más que provocador, Hefner logró poner sobre la mesa discusiones que la sociedad se negaba a dar.

5) Ser distinto, auténtico y feliz fueron tres objetivos que Hefner logró a plenitud. Fue un visionario de los negocios, sin duda, hábil para moverse en un mercado muy competido y pasa sacar adelante un producto controvertido. Sus métodos quizás no eran los más adecuados, pero logró edificar un imperio y lo mantuvo en la cima hasta su muerte.