¿Te has dado cuenta de que eres multimillonario? ¿Te has dado cuenta de que eres un líder? ¿Te has dado cuenta de la huella positiva que dejaste en la vida de otros? ¿Te has dado cuenta de que en tu vida no hace falta nada? ¿Te has dado cuenta de cuántas bendiciones llueven sobre tu vida cada día de distintas maneras? ¿Te has dado cuenta de cuán agradecido debes estar con la vida?

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¡Feliz Navidad! Esta es una época del año que me encanta, que me llena de alegría, en la que la felicidad está a flor de piel. Me encanta que la casa esté llena de adornos, armar el árbol y decorarlo es una experiencia que disfruto mucho con mis hijos y poder compartir con familiares y amigos es algo que, sinceramente, no tiene precio. ¡Me encanta el espíritu navideño!

Cuando abro los ojos y miro mi alrededor solo veo bendiciones, privilegios y motivos para darle gracias a la vida. Vuelvo la vista atrás, hago un rápido recorrido a los meses anteriores y, pese a las dificultades, solo tengo razones para agradecer. Por la vida, por la salud, por el trabajo, por mis clientes, por mis amigos, por mis colegas, por los resultados obtenidos, por los sueños cumplidos.

Los dos últimos años de mi vida han sido increíbles. De hecho, te lo confieso, no soy la misma persona que era hace dos años. Las experiencias que viví, las dificultades que enfrenté y superé, los aprendizajes que adquirí y, sobre todo, el cariño que recibí cambiaron mi forma de ver la vida. Sufrí duros golpes y cometí gruesos errores, pero al final el balance es extraordinario.

Te mencioné que me encanta el espíritu de la Navidad, pero no sé si tu idea acerca de esto sea la misma que tengo yo. Para la mayoría de las personas, por cuenta de lo que nos enseñan cuando somos niños, el espíritu de la Navidad es recibir. Recuerdo que una de las actividades relacionadas con esta festividad que más ansiedad me provocaban era escribir la carta al Niño Dios.

Como casi todos, pedía juguetes y también alguno que otro despropósito que solo cabe en la inquieta y creativa mente de un niño. A medida que crecí, las peticiones pasaron a un segundo plano: los regalos que recibiera estaban bien, los disfrutaba y los agradecía, porque lo que en verdad me importaba era disfrutar al lado de mi familia, darle una alegría a la señora Julita, mi madre.

Ya veía la Navidad de modo distinto: lo apasionante no eran los regalos, era la oportunidad de compartir con quienes amas, de vivir experiencias inolvidables, de fortalecer vínculos, de conocer y disfrutar otras costumbres. Y, por si faltara algo, la celebración adquirió matices especiales con el nacimiento de mis hijas, que por supuesto ahora son el centro de atención, la razón de ser.

Todo lo que hago, todo lo que preparo, todo lo que deseo disfrutar en Navidad esta en función de ellas y de los demás seres queridos con los que comparto la velada. Y esa mentalidad fue la que, precisamente, me enseñó cuál es el verdadero espíritu de la Navidad: dar, en vez de recibir. Lo que más me agrada es que descubrí que no tengo que esperar hasta el 24 de diciembre para disfrutarlo.

¿Cómo así? Aprendí que cualquier día del año puede ser Navidad y que no es necesario que haya una celebración especial o una comida especial, porque todos los días podemos disfrutar de las bendiciones que nos da la vida. ¿Cuáles? La familia, los hijos, los amigos, la salud, el trabajo, las personas que nos conceden el privilegio de ayudarlas y servirlas, nuestros mentores y maestros.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Que esta y todas las noches lluevan bendiciones sobre ti y tu familia. ¡Feliz Navidad!


Navidad no es recibir; significa compartir y, sobre todo, dar. Si miras a tu alrededor, te darás cuenta de que eres multimillonario, de que en tu vida no hace falta nada, de cuántas bendiciones llueven sobre tu vida cada día de distintas maneras. ¡Feliz Navidad!


Durante muchos años, como tú o como cualquiera, trabajé duro de enero a diciembre y cuando llegó este mes especial me dispuse a disfrutar de la Navidad. Sin embargo, me di cuenta de que después de unos días la vida volvía a la misma rutina de siempre y que el espíritu de Navidad entraba en estado de hibernación. Entonces, las bendiciones pasaban a un segundo plano.

Me concentraba en el trabajo, en lo material, y me olvidaba de cuántos regalos maravillosos recibo cada día. La sonrisa de mis hijos, el abrazo de mis padres, la alegría de los amigos, las enseñanzas de mis clientes, la buena salud, la comida en mi mesa, el ropero lleno de prendas para vestir, un techo que me protege, una cómoda cama para descansar, cobijas para calentarme.

Quizás no tenga la riqueza económica que algún día soñé, pero sí tengo todo lo necesario, lo básico; tanto como puedo querer para brindarles a mis hijos el bienestar que se merecen. Quizás no haya cumplido todos mis sueños y la vida me haya enfrentado a más dificultades, y más serias, de las que me hubiera gustado, pero nada me hace falta y gozo de abundancia y prosperidad.

Sin embargo, cuando abro los ojos y miro mi alrededor solo veo privilegios y motivos para darle gracias a la vida. Y me doy cuenta de que, aunque no era Navidad, todos y cada uno de los días de mi vida recibo cientos de regalos en forma de bendiciones. Muchas de ellas provienen de mi trabajo, que amo, que me apasiona, y de personas como tú, parte fundamental de mi vida.

Es Navidad y la voy a celebrar como siempre, porque es un día especial, porque estoy rodeado de personas especiales. Y te cuento que Papá Noel ya pasó por acá y dejó sus regalos, no solo bajo el árbol, sino en mi vida. Este ha sido un año de increíbles experiencias, de mucho aprendizaje, de quitarme telarañas mentales, de descubrir que hay mucho por aprender y mucho más por hacer.

Gracias por estar siempre ahí, gracias por tu fidelidad, gracias por tu retroalimentación, gracias por creer en mí, gracias por ser agente multiplicador, gracias por ayudarme a construir un mundo mejor para todos. Tú eres uno de los mejores regalos que recibí de la vida, una bendición, una luz que ilumina mi camino, me guía y me inspira, alimenta mi pasión y me motiva a seguir adelante.

Que tengas una feliz Navidad y una celebración inolvidable junto con los que amas. Que tus sueños se hagan realidad, pero no solo en esta noche, sino en todas y cada una, sin importar la fecha, el mes o la ocasión. Que puedas disfrutar de los increíbles regalos que te ha dado la vida y que no olvides que la única razón por la que estás en este mundo es para que seas feliz.

Álvaro