Si no quieres obtener el mismo resultado, cambia el proceso. Esa es una premisa que cada día cobra vigencia en un mundo que cambia constantemente, pero que especialmente en el campo de la formación de las nuevas generaciones urge un cambio drástico. Si queremos un mundo distinto y mejor para nuestros hijos, tenemos una dura tarea en el presente.

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Una tarea impostergable, de hecho. Permanentemente, la gente se queja de lo que algunos llaman un esquema perverso: vamos al colegio, luego a la universidad, conseguimos un trabajo y ahí se nos pasa la vida, hasta que se acaba la vida. Y no la disfrutamos; más bien, la sufrimos, la desperdiciamos. Un terrible círculo vicioso.

En algún momento, yo fui víctima de ese esquema, hasta que la vida me enseñó que mi destino, que mi papel en este mundo, era distinto, mucho más útil. Cargado de miedos, pero también de sueños, me eché al agua. Sin flotador, a nadar contra la corriente, que era muy fuerte. No fue fácil, pero hoy eso es una anécdota que recuerdo con gracia.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Si queremos cambiar el mundo, debemos cambiar la forma en que educamos a nuestros hijos.

Convertirme en emprendedor fue lo más difícil que hice en la vida, pero también lo mejor que hice en la vida. Y también es lo que les inculco a mis hijas para que construyan un proyecto que les permita alcanzar el éxito, la felicidad y la prosperidad. Eso no significa forzarlas a ir por un camino que quizás no les interese, en contravía de sus intereses y pasiones.

Significa que me preocupo por enseñarles que no hay un solo camino, que de hecho no hay camino alguno. Eso que llamamos camino se construye cada día, a medida que nos educamos, que experimentamos, que nos relacionamos, que invertimos, que aprendemos de los errores. Como dice el poeta, se hace camino al andar.

No sé qué va a ser de mis hijas en el futuro, porque son apenas unas niñas. Aún es muy pronto para decidir qué quieren hacer con su vida. Sin embargo, no pasa un día sin que les recalque los valores que espero las lleven a cumplir con sus sueños, a una realización integral. Les inculco que sean auténticas, que construyan su mejor versión.

Y enfoco todos mis esfuerzos en ayudarlas a descubrir sus talentos, en darles la oportunidad de conocer las alternativas, en prepararlas para ser felices. No tengo el menor reproche por la formación que me dieron mis padres. De hecho, la considero una bendición y la agradezco todos los días, y procuro retribuirla en cada uno de mis actos.

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A los jóvenes hay que motivarlos a construir un proyecto de vida que los haga felices.

Pero, soy consciente de que el mundo ha cambiado, de que las nuevas generaciones necesitan un libreto diferente, de que en este mundo la vida es más difícil de vivir y por eso me di mañas para diseñar un decálogo de principios que, espero, les sirva para enfrentar y superar los retos que les impone la vida, y sobre todo para que la disfruten.

Antes de exponerlo, sin embargo, te hago una observación que considero pertinente, honesta: no es un libreto para aplicar con garantía de éxito; tampoco, un manual de instrucciones. Se trata de un proceso aprendizaje, las luces que iluminan mi camino en esta difícil, pero fabulosa tarea de ser padre. Vamos, pues:

1) La vida es un negocio: todos los días, en prácticamente todas las actividades que realizamos, hacemos negocios, es decir, intercambio de beneficios. Necesitamos programar nuestra mente para ese ambiente, a sabiendas de que hay que actuar con honestidad, con transparencia, sin egoísmos, sin ambiciones desmedidas.

2) Servir, el mejor negocio: nada de lo que hacemos tendría sentido o valor si no les brinda beneficios a quienes nos rodean. Más que atesorar ganancias, alcanzar fama y reconocimiento, nuestra tarea es servir a los demás. Lo que tenemos (herramientas, conocimiento, experiencia) se multiplica si lo ofrecemos a otros, y regresa fortalecido.

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El camino se construye cada día con educación, experimentación, aprendizaje, pasión.

3) Marketing es la estrategia: no solo el empresario o dueño de negocio necesita saber de marketing. Debemos gestionarnos como marca, como producto, y establecer relaciones poderosas que generen beneficios de doble vía. Esto implica aprender a vender, una de las habilidades que marca diferencias entre los exitosos y los que no lo son.

4) Me comunico, luego existo: ser visible es otra exigencia actual. No basta con ser bueno si el resto del planeta no lo sabe, si no es consciente de tus virtudes, de los beneficios que brindas. Conocer los secretos de la comunicación asertiva, de la interacción impactante y vinculante es imprescindible para alcanzar nuestros objetivos.

Un nuevo modelo

5) Bilingüe vale por dos: dado que se derribaron las fronteras gracias a la tecnología que nos permite estar virtualmente en cualquier lugar, saber dos o más idiomas no es un detalle menor. El bilingüismo es uno de los pilares del conocimiento para ser exitoso hoy. No basta con entender otra lengua, desenvolverse oralmente: hay que saber escribirla.

6) Hay que ser maleable: otra consecuencia de la globalización es que hoy no somos de un país, sino ciudadanos del mundo. Necesitamos ser abiertos a otras culturas, otras mentalidades, otras formas de ver y sentir la vida. Y debemos entender que nuestro hogar es el mundo, ese recóndito lugar del planeta donde haya alguien al que podamos servir.

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La vida es un negocio y, por tanto, debemos aprender a gestionarnos para ser felices y triunfar.

7) El dinero es un medio: en un mundo en el que a todo se le adjudica un valor material, es imprescindible que nuestros hijos entiendan que el dinero es solo un medio, no el fin. Es importante que aprendan a manejarlo, que entiendan lo difícil que es conseguirlo, pero no convertirlo en una prioridad. Es solo una herramienta.

8) Paso a pasito: Roma no se construyó en un día, y nadie es feliz o exitoso de la noche a la mañana. Es un largo camino lleno de dificultades, en el que caemos repetidamente. La virtud está en levantarse y seguir adelante, paso a pasito, a sabiendas de que es un proceso. La clave es disfrutar el desarrollo y saber que el resultado es fruto de lo que hacemos.

9) Todo no es suficiente: talento tenemos todos, oportunidades tenemos todos, sueños tenemos todos, inteligencia tenemos todos, habilidades tenemos todos, recursos tenemos todos. La diferencia radica en saber darles un uso adecuado y entender que el aprendizaje nunca se termina. La actitud es permanecer abiertos a las enseñanzas de cada día.

10) Sin acción, nada vale: si no actuamos, si no salimos de la zona de confort, si no buscamos nuestros sueños, los 9 puntos anteriores quedan en nada. Más vale arrepentirnos por lo que hicimos que vivir con la carga del arrepentimiento porque no aprovechamos lo que la vida nos ofreció. Estamos aquí con una misión, y tenemos que cumplirla.