Corrector, correctora, editor, editora, corrección, edición…

Yo corrijo, tú corriges, él corrige… ¿quién edita?

Hay diversas acepciones para cada una de estas palabras, aunque muchas veces se confunden o, en su defecto, se utiliza uno solo de sus significados.

Pondré a su consideración algunas de las definiciones que podemos leer en el diccionario de la RAE (Real Academia Española).

Corrección

Del lat. correctio, -onis.

1. f. Acción y efecto de corregir o de enmendar lo errado o defectuoso.

2. [f.] Calidad de correcto, libre de errores o defectos.

3. [f.] Calidad de la persona de conducta irreprochable.

4. [f.] Reprensión o censura de un delito, falta o defecto.

5. [f.] Alteración o cambio que se hace en las obras escritas o de otro género, para quitarles defectos o errores, o para darles mayor perfección.

Edición

Del lat. editio, -onis.

1. f. Impresión o reproducción de una obra.

2. [f.] Conjunto de ejemplares de una obra impresos de una sola vez. EDICIÓN del año 1732; primera, segunda EDICIÓN.

3. [f.] Texto de una obra preparado con criterios filológicos.

4. [f.] Celebración de determinado certamen, exposición, festival, etc., repetida con periodicidad o sin ella. Tercera EDICIÓN de la Feria de Muestras. Cuarta EDICIÓN de los Juegos Universitarios.

Corrector, ra

Del lat. corrector, -oris.

1. adj. Que corrige. Ú. t. c. s.

2. m. y f. Impr. Persona encargada de corregir las pruebas.

3. m. El encargado por el gobierno de cotejar los libros que se imprimían, para ver si estaban conformes con su original y sacar las erratas.

Editor, ra

Del lat. editor, -oris.

1. adj. Que edita.

2. m. y f. Persona que publica por medio de la imprenta u otro procedimiento una obra, ajena por lo regular, un periódico, un disco, etc., multiplicando los ejemplares.

1.        [m. y f.] Persona que cuida de la preparación de un texto ajeno siguiendo criterios filológicos.

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En los Estados Unidos, Europa y Japón, hablan de «Editor o Editora» cuando se refieren al profesional que está a cargo de hacer la corrección y adaptación de las obras antes de ser publicadas: novelas, autobiografías, libros de texto, cuentos cortos, artículos periodísticos, ensayos, monografías, tesis, cartas de ventas, etc.

En algunos de los países de Latinoamérica -y fundamentalmente en la Argentina- hablamos de «Corrector, Correctora», al referirnos a la misma especialidad; y reservamos el adjetivo de Editor, Editora, para la persona encargada de la impresión y publicación de las obras.

De todas maneras, sin importar cuál sea la denominación que se le dé…

¡Todos los escritores necesitan un Corrector!

Aunque el novelista sea alguien fogueado en el arte de las letras, siempre tiene que haber otros OjOs -especializados- que recorran las líneas buscando posibles errores. Caso contrario, es posible que deba caer en la desafortunada «fe de erratas».

Se realizan estudios específicos para llegar a ser un Corrector Literario y de Estilo; no obstante, nunca deja de sorprenderme observar cuántas personas se autodenominan Correctores, sin serlo…

Pero dejemos ese tema; le explico por qué es necesario contar con los servicios profesionales de un Corrector Literario.

Coincidirá conmigo en que una obra tiene que llegar al público limpia de errores, con buenos diálogos -que muy pocos saben crear-, seguir una línea coherente y deslizarse de forma fluida.

Hay varios parámetros para tener en cuenta; uno de ellos es la comprensión: si hay que leer un párrafo dos veces para entenderlo, es porque está mal redactado: anfibología.

Otro es la claridad de lo que se enuncia: el escritor está tan seguro de lo que desea expresar y verter en palabras, que considera ciertos hechos como conocidos por todos -incluyendo al inadvertido lector- cuando, en realidad, son pensamientos que han permanecido en su mente, pero que el leedor desconoce: elipsis.

Del mismo modo, se incurre en el error del adorno excesivo de las oraciones, con lo que se llega a enredar de tal forma la obra, que resulta engorrosa para leer: hipérbaton, pleonasmo, tautología o datismo.

Y puedo continuar mencionando algunos defectos más, como los arcaísmos, solecismos, cacofonías, monotonías, catacresis, para extenderme asimismo a la gramática: la cohesión y coherencia textual; la puntuación; el uso de la coma y el punto y coma; los guiones de diálogos; la aposición; el catastrófico rito de los gerundios; el uso y abuso de los pronombres relativos; el vicio de la producción e invención de palabras; y lo que, para muchos, es la gran incógnita del dequeísmo.

El Corrector ocupa también el sitial del lector; por lo cual, cuando logra compenetrarse con la obra, advierte todos los detalles que al autor se le podrían haber pasado por alto. Porque la realidad es que, cuando se han rectificado los textos muchas veces… ya no se pueden apreciar objetivamente.

Si usted anhela dar a conocer su obra es indudable que la presentará en una Editorial; y entonces descubrirá que van a exigirle la corrección del escrito, aunque lo que desee publicar sea solamente un  artículo de dos páginas en una revista.

En ese momento se le presentarán dos alternativas: aceptar al corrector de oficio que van a adjudicarle en la imprenta -con lo cual perderá inmediatamente el contacto y control de su obra, corriendo el riesgo de que alteren u omitan una parte de sus textos-, o ponerse en comunicación con un Corrector Literario Profesional con la suficiente experiencia, confidencialidad y aptitud, que trabajará al lado suyo para limar las impurezas y resaltar las virtudes de sus escritos.

Una vez finalizada la corrección -también puede hacerse previamente-, deberá inscribir su obra en el Registro de Propiedad Intelectual.

Inclusive suelo aconsejar que si antes de presentarse a competir en un Certamen Literario el autor hace corregir sus originales, tendrá más opciones de resultar galardonado.

Como sea, una Corrección es absolutamente imprescindible y le aseguro -por si ese es su temor-, que un buen Corrector jamás modifica el estilo del escritor.

Un buen Corrector trabaja hombro a hombro con el autor y su obra, comprendiendo que ese hijo que ponen en sus manos es un misterio por descubrir y merece todo el respeto, todo el amor y toda la consideración.

Prof. Correctora Hilda Lucci