A veces, quizás en alguno de esos momentos en los que nostalgia me invade, volteo la mirada al pasado y no puedo evitar esa extraña sensación. Cuando la memoria rebobina la película de mi vida desde ese día en que decidí convertirme en emprendedor, no dejo de sorprenderme por cuánto ha pasado, cuántas dificultades he sorteado, cuántas alegrías he vivido.

Pero, sobre todo, con cuántas personas maravillosas he tenido la suerte de compartir. ¿Por qué? Por nada. Sí, nada, justamente nada, era lo que tenía cuando comencé. Bueno, acumulaba algunos fracasos, mostraba las cicatrices de algunas decepciones y cargaba con un puñado de miedos. En esencia, nada que me impulsara hacia lo que deseaba.

Mi mente estaba llena de ideas, y mi corazón atesoraba unos sueños fantásticos y mi cuerpo era fuerte como un roble. Estaba listo para comenzar, pero no tenía nada. Y eso, precisamente, es lo que más me enorgullece: ¡Todo lo hice, todo lo construí! Trabajar en internet era lo más importante de mi vida en ese momento, un impulso irrefrenable.

Me apasionaba saber que mi trabajo llegaba a los confines de la tierra, que tenía una audiencia en países que no sabía localizar en el mapamundi, que me seguían personas de lugares cuyo idioma no entendía. Descubrí que era una herramienta poderosa, muy poderosa, y decidí que era lo que quería hacer en mi vida.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El aprendizaje continuo es la base del éxito en la vida y, claro, también en los negocios.

Durante un tiempo (unos pocos años), transité por esa fantástica autopista virtual sin saber realmente lo que quería. Era increíble, porque los resultados eran positivos, porque comencé a ganar dinero, porque los clientes agradecían mi trabajo, porque me sentía pleno y realizado. Pero, debo confesarlo, no sabía para dónde iba.

Hasta que la vida me dio una oportunidad, me bendijo poniendo en mi camino a personas maravillosas, mis mentores, que me ayudaron a ser lo que soy. No es el caso decirte qué me enseñaron, pero sí puedo darte unas pistas: aprendí a trabajar, a aprovechar las herramientas que tenía a disposición, a planear mis acciones.

También me hicieron entender la importancia de medir el resultado de ellas, de enfocar mis esfuerzos en el beneficio de mis clientes (que después se revierte en beneficio propio) y de sustentar un presente feliz para mi familia. Y aprendí, sobre todo, que nada en la vida es gratuito, fruto del azar, un golpe de suerte. Y, claro, mucho menos en internet.


Saber qué se quiere, creer que se puede y trabajar para hacerlo son
los vértices del trípode del éxito en internet. No es magia, no es una
fórmula mágica, no es casualidad. Es trabajo, puro trabajo.


Lo más curioso es que mucha gente opta por montar un negocio por internet con el convencimiento de que va a trabajar menos, de que se va a hacer multimillonario de la noche a la mañana y de que gracias a los robots (que hoy están tan de moda) se dará la gran vida mientras las máquinas siguen produciéndole ganancias.

Si es así, por favor, que alguien me cuente cuál es esa fórmula, porque honestamente la desconozco. En serio. Y créeme que en este largo camino he probado todas las opciones disponibles. Hasta que aprendí que la única fórmula, la que domino y la que cultivo cada uno de los días de mi vida es la de trabajar y trabajar. Y si algo hace falta, trabajar más.

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Actuar es imprescindible. Conocimiento y experiencia carecen de valor si no actúas.

Y a eso me dedico, a cultivar el conocimiento y a acumular experiencia. Y eso es lo que procuro transmitirte a ti y a cualquiera que toque a mi puerta en busca de ayuda, de orientación, de consejo. En esas oportunidades, entonces, hablo de las cinco características que convierten internet en la mina de oro de las oportunidades:

1) Conocimiento: en cualquiera de los escalafones de virtudes que deben acreditar los emprendedores que elaboro, el aprendizaje siempre está en el primer lugar. Y no podría ser de otra manera, porque si no iría en contravía de mis principios. Aprender es algo que no puedes dejar de hacer cada día de tu vida, es lo que da sentido a cada día de tu vida.

Alinea ese conocimiento con tus pasiones y obtendrás excelentes resultados. Aprende de otros, de los que ya transitaron el camino que te propones recorrer, de los que suman más fracasos que tú, de los que tienen valores y principios similares a los tuyos. Escoge una línea académica y profundiza en el tema, conviértete en un experto, sé una autoridad.

2) Acción: obvio, ¿cierto? A nadie le interesa convertirse en un ratón de biblioteca o en uno de los sabihondos de la red. Los emprendedores nos formamos para actuar, para ayudar a otros, para transformar nuestras vidas y ayudar a otros a que hagan lo mismo con las suyas. El conocimiento tiene sentido y validez si el siguiente paso es la acción.

Lamentablemente, por la creencia que en internet todo está automatizado, que los programas y las máquinas lo hacen todo por ti, muchos piensan que es dar unos cuantos clics, y listo. Llevo veinte años dando clics y sé que todavía me faltan muchos más (años y clics), pero no importa. La acción de mi negocio es, justamente, lo que me apasiona.

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Planificar y trabajar en equipo son premisas que sustenta tu pasión y tu vocación de servicio.

3) Estrategia: la clave del éxito en los negocios por internet radica en tres aspectos. El primero es definir qué quieres hacer; el segundo, saber cómo hacerlo; el tercero, hacerlo. Haz de cuenta que son trillizas siamesas y que no se pueden separar: depende la una de la otra, y de la otra. Se complementan, se soportan, se enriquecen mutuamente.

En la vida, la improvisación es fuente de aventuras, de sensaciones inolvidables, de aprendizajes increíbles. En los negocios, en cambio, cada uno de tus pasos debe estar planeado, encuadrado en una estrategia global, en unas acciones específicas. Lo que no planeas está fuera de tu control y lo que está fuera de tu control no te produce ganancias.

4) Servicio: como sicólogo de profesión y como emprendedor con veinte años de experiencia puede decirte con autoridad que no hay mayor soledad que esa sensación de vacío aun cuando estás acompañado. Ese, sin duda, es uno de los peores males del ser humano en el mundo moderno, uno que se trasladó también al mundo de los negocios.

Por fortuna, conozco la cura para ese mal: ¡El servicio! Sí, porque cuando sirves a los demás nunca vas a estar solo, siempre tendrás un motivo para seguir, nunca podrás dejar abandonados tus sueños, siempre tendrás con quien compartir tus éxitos. Si tu negocio no está enfocado en brindar un servicio a otros, quizás estés a tiempo para corregir.

5) Equipo: aunque los emprendedores solemos recalcar que este es un oficio de solitarios, una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida laboral es compartir con mi equipo. Sé que soy la cara visible, pero también soy consciente de que mucho de lo que he conseguido habría sido imposible de alcanzar sin el concurso de esas personas.

El éxito en un negocio en internet es fruto del trabajo de un equipo. Tus colaboradores, tus socios, tus colegas, tus clientes, esos espontáneos aprendices de emprendedores que te enriquecen con su pasión, con sus ideales, con su empeño. Su presencia, su compañía y su contribución hacen que cada logro, que cada triunfo valga la pena.