Soñar es uno de los privilegios del ser humano. Sin embargo, hay que trascender ese estado y concretarlos en la realidad. El problema es que muchas personas no saben cómo hacerlo o, peor aún, asumen que se trata de algo parecido al salto del canguro, pasar del punto A al B sin escalas. La verdad es que se trata de un proceso, que hay que ir paso a paso. ¿Cómo hacerlo?

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Soñar, soñamos todos. Sin embargo, no muchos, quizás solo una minoría, estamos en capacidad de cumplir nuestros sueños. No es un tema menor, algo que podamos pasar por alto así como así, porque ahí está la diferencia entre quienes alcanzamos el éxito, la prosperidad y la abundancia en la vida y en los negocios y aquellos, la mayoría, que se conforma con menos de lo que se merece.

Como referente de mercado hispanoamericano, con más de veinte años de experiencia, y como sicólogo, entiendo que se trata de una cuestión de vida. Es doloroso ver tantas personas que, cuando llegan a la edad madura, se dan cuenta de que el tiempo que han vivido en realidad no ha valido la pena, de que su vida está vacía, de que están muy lejos de donde soñaron o querían estar.

En ocasiones, el motivo es que estas personas ni siquiera tenían un plan, es decir, se dedicaron a vivir la vida, a dejar que la vida los sorprendiera, a permitir que los llevara la corriente. No asumieron riesgos, eludieron las responsabilidades, establecieron un estándar mediocre y su consigna fue evitar problemas y vivir tranquilos. Al final, sin embargo, no lograron lo uno, ni lo otro.

Ese, aunque no parezca, es un problema grave. Cuando no tienes un plan, difícilmente alcanzarás lo que deseas. Si no sabes a dónde vas, ¿cómo quieres llegar? Haz de cuenta que eres el piloto de un avión y que, cuando estás en la pista listo para que te den permiso para decolar, le preguntas a tu copiloto “¿para dónde vamos?” y él, con cara de sorpresa, responde “no sé, creí que tú lo sabías”.

Igual ocurre en el ámbito de los negocios. Conozco a muchas personas que tenían lo necesario para triunfar, a excepción de lo más importante: los objetivos. El problema, porque siempre hay un problema, ¿sabes cuál fue? Que la mayoría cuando establece los objetivos de su negocio se limita al aspecto económico, al dinero, y lo peor es que se fija metas excesivamente ambiciosas.

El origen de este problema es que creen que un negocio es como el salto de un canguro: te paras en el punto de partida, brincas y llegas a donde quieres. Y no es así, por supuesto que no es no así. De hecho, son varios (o muchos) los brincos que debes dar porque en el camino aparecen obstáculos, porque cometes errores que te retrasan o te desvían, porque hay algo que hace falta.

Aunque seas experto en el tema, aunque acredites experiencia, aunque ya hayas triunfado antes, siempre habrá sorpresas, vicisitudes, nuevos retos. Por eso, no hay un libreto ideal o una fórmula perfecta que te lleve del punto A al punto B. Cada negocio es distinto, la experiencia con cada cliente es distinta y, por eso, necesitas mentalidad abierta para ir incorporando aprendizaje.

Eso significa, en otras palabras, que requieres establecer metas intermedias que te permitan monitorear el avance, revisar lo que has hecho, corregir lo que no anda bien y seguir adelante. Es posible que te des cuenta de que necesitas recursos diferentes, de que no dispones de alguna herramienta imprescindible, de que debes solicitar ayuda calificada para alcanzar tu objetivo.

Como ves, no es el salto del canguro o algo por el estilo. Es un proceso y, por lo tanto, hay que ir paso a paso. Para eso, tienes que ser paciente, pero ya sabemos que la paciencia es una virtud que no abunda en el mundo de los negocios. Y en este punto quiero resaltar algo que es importante y que la mayoría pasa por alto: hay que ir paso a paso, sin brincos, o jamás llegarás a tus objetivos.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Establecer metas claras, medibles, y seguir el proceso paso a paso son las claves del éxito.


Estas son algunas estrategias que a mi me funcionan y que quizás a ti te puedan ayudar:

1.- Fija metas claras. Tiene que ser precisas, medibles, realizables. Si dices “quiero ser feliz” o “quiero ganar un millón de dólares” son postulados demasiado generales, vagos. Lo que debes hacer es aterrizarlos, expresarlos en tareas más sencillas que puedas ir cumpliendo paso a paso. De nuevo, no se trata de dar un gran brinco de canguro, sino de sumar pequeños logros.

2.- Establece un plan concreto. Para poder seguir ese paso a paso que te permita llegar hasta el punto en el que deseas estar, es imprescindible elaborar un plan. Que, por supuesto, debe ser tan detallado como sea posible y en el que tienes que considerar los recursos y herramientas que vas a necesitar, así como los plazos de ejecución. Y, por favor, no olvides medir tus estrategias.

3.- Sé persistente. Esta, seguramente, será la cualidad que más necesitarás para llegar a la meta. Dado que se presentarán mil y un obstáculos, que tendrás que sortear diversas dificultades, el éxito es el premio para los que no se rinden, para los que persisten. No se trata de insistir con tozudez, sino de no rendirse y entender que errar es parte del proceso: levántate y continúa.

4.- Aprende de tus errores. Buena parte del éxito consiste no solo en sortear las dificultades que hay en el camino, en levantarte y seguir avanzando después de caer, sino en extraer el aprendizaje que trae consigue cada error. Ese suceso negativo es experiencia que después debes capitalizar positivamente, que te sirve para aliviar la carga y para acortar el camino sin irte por un atajo.

5.- Celebra tus logros. Como mencioné, se trata de un proceso paso a paso y cada etapa que vas superando significa un logro, una meta intermedia alcanzada. ¡Celébralo!, date un premio, porque eso te servirá como motivación para continuar. Si es necesario, date un pequeño respiro, haz algo que te agrade, comparte con tus seres queridos. No te olvides de que también tienes una vida.

6.- Únete con los buenos. El miedo a estar solo en el mundo del emprendimiento hoy es un mito. Antes, durante mucho tiempo, fue una realidad, pero hoy es un mito. ¿Por qué? Porque hay muchas personas que están en tu misma búsqueda, en tu mismo camino. Además, hay otras que están capacitadas para guiarte, para acompañarte, para inspirarte, para ser tus mentores.

7.- No te detengas. Esta es una de las enseñanzas más valiosas que me dio la vida y quiero compartirla contigo. Cuando alcances una meta, cuando cumplas un objetivo, no te detengas. Si llegaste a la cima, entiende que esa no es la única cima que encontrarás en tu camino: hay otras más altas, más retadoras, más apasionantes. Celebra, disfruta y enfócate en el nuevo desafío.

Soñar, soñamos todos. Sin embargo, no muchos, quizás solo una minoría, estamos en capacidad de cumplir nuestros sueños. Define tus objetivos, traza un plan y una estrategia, selecciona los recursos y las herramientas que requieres y ponte en la tarea. Asume tu responsabilidad y haz camino al andar. Acepta los errores, aprende de ellos y no te rindas, porque tú eres más grande que tus miedos.