Uno de los mayores defectos del sistema educativo en el que crecimos las últimas generaciones es su carácter castrante: nos enseñan a NO hacer, en vez de enseñarnos a HACER. Eso crea en el inconsciente un mecanismo de defensa que se levanta como un muro infranqueable cada vez que nos enfrentamos a una dificultad.

‘NO digas’, ‘NO toques’, ‘NO juegues’, ‘NO hagas’, ‘NO permitas’… La lista de prohibiciones es inmensamente larga y variada, y contempla algunos absurdos. Incluye desde las situaciones más sencillas de la vida, como aquella de relacionarnos con otros (‘NO te metas con esa gente’), hasta otras algo más complicadas, como el ámbito laboral.

Por eso, cuando crecemos, somos hábiles en el arte del ‘NO hacer’. Cada día, desde que nos despertamos hasta que volvemos a conciliar el sueño en la noche, nos dedicamos a eso: a ‘NO hacer’. Con el tiempo, nos volvemos expertos, nos convertimos en maestros y, cuando somos padres, transmitimos ese conocimiento a nuestros hijos.

Así, en un esquema perfecto y perverso, la cultura del ‘NO hacer’ se transmite de generación en generación, por los siglos de los siglos… Hasta que alguno de los eslabones de la larga cadena se rebela y dice ¡NO más! Alguien que con valentía, con valor y con atrevimiento se atreve a decir ¡SÍ, lo quiero hacer!, ¡SÍ, quiero aprender!

Los emprendedores somos víctimas propiciatorias de este modelo de educación castrante. Esa es una razón (quizás, la principal) por la cual, a veces, nos cuesta tanto tiempo y, sobre todo, tanto trabajo, tomar la decisión de cambiar el rumbo de nuestra vida. Y se nos va la vida, viendo cómo lo mejor de la vida se nos escapa. ¡Una ironía!

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Triunfa: porque tú te lo mereces, porque esa es la misión de tu vida.

A mí me pasó durante un tiempo y estoy seguro de que a ti también. Es cuando esas vocecitas internas se alborotan y te dan cantaleta: ¡No lo hagas!, ¡No renuncies a tu trabajo!, ¡No salgas de tu zona de confort!, ¡No arriesgues tu dinero!, ¡No des ese primer paso!, en fin. Aun cuando estás dormido, descansando, las vocecitas te hablan sin cesar.

Es difícil, muy difícil, cambiar ese esquema mental en el que nos educaron. Pasar del NO al SÍ se dice fácil, pero cuando toca aplicar, cuando hay que actuar, es muy complicado. Sin embargo, si se trata de ser felices, de perseguir tus sueños, de disfrutar tus pasiones, de cristalizar tus proyectos, en algún momento hay que cambiar el chip.

¿Qué hay que hacer? Reprogramar nuestra mente. Olvidarnos del qué dirán, no hacer caso de las vocecitas internas, rebelarnos contra esa realidad castrante y dar ese primer paso que, a veces, nos produce pánico. ¡Romper esas gruesas cadenas!, y comenzar a dar el SÍ, a actuar proactivamente, a aprovechar las oportunidades que nos regala la vida.


Cuando un emprendedor recorre el camino de la frustración va rumbo de un
fracaso precoz. Saca de tu mente esas ideas y concepciones aprendidas en el
pasado que te limitan, que evitan que alcances tus metas y tus sueños.


Antes, sin embargo, necesitas saber algo MUY importante: los extremos son viciosos, ¡TODOS! ¿Qué quiero decir? Que no te vayas del NO al SÍ, del blanco al negro. La vida está llena de hermosos matices grises, de colores increíbles, y no vale la pena negarnos la posibilidad de disfrutarlos. Además, cada regla tiene una excepción, y esta la tiene.

Así como en la vía encontramos señales que nos previenen de los peligros, como los PARE (Stop) en los cruces o aquellas que indican reducción de velocidad, en la vida también hay algunos ‘NO hagas’ que vale la pena considerar. Sí, unos que te evitarán tropezar en esos obstáculos comunes, unos que te ayudarán a llevar un tránsito menos traumático.

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No te mates por alcanzar el éxito. Tu negocio no es toda tu vida. Vive, disfruta.

Los emprendedores debemos identificarlos y, claro, aplicarlos. Especialmente, esa etapa inicial de nuestro negocio, que es tan demandante, tan estresante, en la que estamos sometidos a cumplir tantas tareas. Una etapa en la que, para rematar, contamos con poca experiencia, con escasos recursos, y expuestos al vaivén de las emociones.

Estos son 5 ‘NO hagas’ que te ayudarán, que te llevarán al éxito:

1) NO es la vida: un emprendimiento no es más que eso, una etapa de tu vida, un sueño, un proyecto. NO es toda tu vida. Esa idea de que tu negocio ES tu vida surge del miedo al fracaso. Pero, ya sabrás que el fracaso es una oportunidad de aprendizaje que la vida pone a nuestra disposición. Quizás de una manera dolorosa, pero aprendizaje al fin.

No te juegas la vida cuando emprendes. Si algo sale mal, puedes tener la seguridad de que habrá otras oportunidades, quizás mejores. No te fijes en el qué dirán, porque esos dichos nada te enseñarán. Tú, como emprendedor, eres más grande que aquello que te ocurre, el éxito o el fracaso. Recuerda: nada, ni siquiera la vida misma, es para siempre.

2) NO te mates: es claro que un emprendedor se enfrenta a una situación que no es cómoda, aquella de transitar buena parte del camino en solitario, casi sin ayuda. Eso, sumado a una eventual limitación de recursos y de herramientas, nos lleva a asumir una gran cantidad de tareas simultáneas que, literalmente, pueden conducirnos al colapso.

El de nuestro negocio y el nuestro propio. Entiende que es un proceso, que ese emprendimiento no es toda tu vida. Vive, disfruta, descansa, diviértete, piensa en otras cosas, desarrolla otros talentos. Ten en cuenta esto: no se trata de una carrera de velocidad, sino de una ultramaratón. Anda con paciencia, ve despacio, date tiempo.

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Ten paciencia: nada de lo bueno en la vida fue fácil y rápido. Aprende a disfrutar el momento.

3) NO te creas una empresa: todos soñamos con ser Bill Gates o Steve Jobs, pero no podemos caer en el error de pensar que nuestro negocio es Microsoft o Apple. Eso tampoco significa que tu negocio no sea importante: lo es, y mucho. Sin embargo, hay que guardar las proporciones, hay que aceptar las limitaciones, poner los pies en la tierra.

En esa primera etapa de desarrollo de tu negocio, enfócate en dos acciones prioritarias: en las estrategias de marketing y en las ventas. Van de la mano. Si las primeras fallan, las segundas no se dan. Si aciertas, aparecerán los clientes y quizás se dé la fabulosa cadena que te permita cumplir el sueño de que tu negocio, más adelante, sea una empresa.

4) NO seas impaciente: la paciencia es uno de los valores más importantes para el ser humano, pero también uno de los más escasos. Y, lo sabes, uno de los imprescindibles para tener éxito en los negocios. La vida de un negocio es un proceso que implica superar una serie de etapas: no las puedes saltar, no las debes acelerar. ¡No seas impaciente!

Traza un plan detallado y síguelo al pie de la letra. Que hay un objetivo final, sí, pero que las metas sean a corto plazo. Así, sabrás que vas avanzando, podrás corregir aquello que esté mal y aprenderás a ser paciente. Disfruta el momento, los logros intermedios, en vez de amargarte porque todavía no llegas al final del camino. ¡No seas impaciente!

5) NO te rindas: tirar la toalla no es una opción. No olvides algo que afirmé párrafos atrás: el fracaso, si ha de brindarte conocimiento y experiencias valiosas, hay que asumirlo. Nada bueno en la vida fue fácil, sencillo o cómodo. No esperes un camino tapizado de pétalos, porque si sigues por allí tarde o temprano verás que te equivocaste.

No permitas que tus miedos, tus inseguridades y tus limitaciones, ganen la batalla, Tú eres más grande y más fuerte que ellos. ¡Véncelos! Ten fe, actúa con convicción, busca ayuda de quienes ya recorrieron esa senda y llegaron al lugar en el que tú quieres estar. Has lo que sea necesario para triunfar, incluido fracasar, pero nunca, nunca te rindas.