Nos guste o no, lo aceptemos o no, los resultados que obtenemos en la vida y en los negocios están determinados por la actitud que asumimos frente a las diferentes situaciones que se nos presentan. El mayor riesgo es permitir que las emociones nos dominen y nos hagan reaccionar de manera instintiva. Estas son las 10 actitudes que debes evitar para alcanzar el éxito.

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La vida es una actitud, ¿lo sabías? Me refiero a que todo lo que sucede en tu vida, lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, está determinado, en principio, por la actitud con que asumes las situaciones a las que te enfrentas en los diferentes ámbitos en los que te desempeñas. Y digo en principio porque el siguiente eslabón de la cadena son tus acciones y tus decisiones.

Una de las realidades más dolorosas que he visto en el mundo de los negocios, dentro o fuera de internet, es la de personas muy valiosas, con amplios conocimientos, con destacada experiencia, con talento y habilidades que, sin embargo, jamás alcanzan el éxito que desean. He tenido varios clientes así y, tristemente, el obstáculo que les impidió avanzar fue que tenían mala actitud.

El Diccionario de la Lengua Española define actitud como “Disposición de ánimo manifestada de algún modo. Actitud benévola, pacífica, amenazadora, de una persona, de un partido, de un Gobierno”. Es claro que se trata de algo consciente, que responde a las emociones que sentimos en determinada situación o frente a un hecho específico. Por lo tanto, lo podemos controlar.

Sin embargo, la realidad nos demuestra justamente lo contrario. Como un ser humano que lo ha vivido en carne propia y como sicólogo que ha estudiado el tema, sé que una de las principales causas de los problemas a los que el hombre se enfrenta a diario es su incapacidad para ejercer control sobre sus emociones. Rabia, ira, alegría, júbilo, desilusión, optimismo, la que sea.

A pesar de que gozamos de la capacidad de raciocinio, reaccionamos automáticamente. Lo hacemos en situaciones sencillas, como cuando nos golpeamos el pie contra un mueble, o en algunas más complejas, como cuando debemos tomar una decisión comprometedora en el trabajo. Al actuar así, inconscientemente, cedemos el control de lo que hacemos y cómo lo hacemos.

Es algo que vemos todos los días: el conductor que monta en ira porque, según él, otro le cortó el camino o lo adelantó en una maniobra arriesgada. El consumidor que pierde la paciencia mientras hace fila en el supermercado para pagar los productos que necesita e insulta a la dependiente. El transeúnte que le arma pelear a la persona que, por andar distraída, lo tropezó mientras caminaba.

Somos como un volcán a punto de hacer erupción: esperamos simplemente que alguien active la chispar para explotar. Y a veces brota lava, o algo muy parecido. Lo peor es que no medimos las consecuencias de nuestros actos y después de nada valen el arrepentimiento o las excusas. Son actitudes que impactan los resultados que obtenemos, tanto en lo personal como en lo laboral.

Una de las actitudes más comunes es aquella del “No puedo”. Es un freno en seco, un obstáculo insalvable, porque su primer efecto, muy poderoso, es que te bloquea. Aplica para cualquier ámbito o actividad de la vida y sus resultados son nefastos. En la práctica, tú mismo te cortas las alas, entierras tus sueños y te condenas a vivir atrapado en una realidad que no te satisface.

Estas son diez actitudes frecuentes que te frenan, y que debes evitar a toda costa:

1.- El individualismo. En el mundo moderno, en el siglo XXI, el éxito está determinado por la capacidad para trabajar en equipo. Eso implica, en primera instancia, deponer los egos y abrir la mente. Necesitamos de otros para avanzar, para minimizar nuestras debilidades y potenciar las fortalezas. Confiar en otros es el camino más seguro para alcanzar las metas que te propones.

2.- El incumplimiento. Está bien que el mundo moderno avanza a ritmo frenético y que a veces nos agobia. Esto, sin embargo, no es una excusa válida. Procrastinar, no saber delegar y asumir más tareas y responsabilidades de las que estamos en capacidad de realizar es un vicio que, por lo general, se traducen en que no podemos cumplir los compromisos adquiridos. ¡Es una epidemia!


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Dejarnos llevar por las emociones, positivas o negativas, determina la forma en que actuamos y hacemos las cosas.


3.- No ser auténtico. El mercado es cada vez más competido y competitivo y no perdona los errores. Sin embargo, el más costoso de todos es tomar el atajo de tratar de copiar a quienes ya tienen éxito: el consumidor no quiere copias burdas, sino personas comunes y corrientes con valores y principios, auténticas, que estén en disposición de ayudarlos con su conocimiento.

4.- Ser más de lo mismo. En sentido parecido, muchos eligen presentarse como gurús, en expertos, pero a la hora de la verdad solo son vendehúmos. Ser auténtico es imprescindible, pero también hay que ser una propuesta única, verdaderamente diferente. El mercado busca propuestas frescas, ideas innovadoras, personas y empresas que inspiren y sean ejemplos dignos de seguir.

5.- Ser descuidado. En su afán por tratar de diferenciarse, muchos eligen el camino equivocado: se presentan como tipos divertidos, espontáneos y distendidos, pero lo único que hacen es el ridículo. El mercado está harto de los payasos, de los que no reparan en los detalles, de los que dan la impresión de ser simples aficionados. Recuerda: el cliente solo quiere trabajar con los mejores.

6.- Ser prepotente. Uy, de estos sí que abundan en el mercado. Personas que solo hablan de sí mismas, de su trayectoria, de sus logros (que, por supuesto, no pueden respaldar), de sus hazañas, de su cantidad de seguidores en redes sociales. Es una estrategia para ocultar un problema muy grave: son incapaces de aportar valor. Cuanto más humilde seas, mejores clientes atraerás.

7.- No saber perder. En la vida, y por supuesto en los negocios, por cada vez que triunfas has fracasado en diez oportunidades. Sin embargo, muchos no saben perder, no aceptan que se equivocaron y, por lo tanto, desaprovechan el aprendizaje que encierra esa situación negativa. No puedes aspirar a ganar, a triunfar, a alcanzar tus objetivos, si antes no aprendes de tus errores.

8.- No saber ganar. Sí, esta es otra actitud tan desagradable como frecuente. Es la que asumen las personas cuando obtienen reconocimiento, cuando alcanzan el éxito, cuando obtienen riqueza y se olvidan de que la vida y los negocios son una montaña rusa: hoy estás arriba, pero tarde o temprano debes bajar. Se les suben los humos, pierden la humildad e incomodan al mercado.

9.- Ser desagradecido. Nadie, absolutamente nadie, logró el éxito en los negocios en solitario. En consecuencia, es una actitud incómoda aquella de desconocer a quienes te ayudaron, a los que te tendieron la mano en los momentos difíciles, a los que te enseñaron, a los que son parte de tu éxito. Esta es una de las actitudes negativas que el mercado castiga con mayor rigor y dureza.

10.- Ser tacaño. Algo que algunos son incapaces de aprender, y tarde o temprano lo lamentan, es que para recibir primero tienes que dar. Más exactamente, lo que obtengas, los resultados de tu trabajo están determinados por aquello que salió de ti, de tu corazón. Invierte en ti, sé generoso y desprendido, y verás como la recompensa regresa a ti multiplicada de mil formas maravillosas.

La vida es una actitud, ya lo sabes. Todo lo que sucede en tu vida, lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, está determinado, en principio, por la actitud con que asumes las situaciones a las que te enfrentas. Luego están tus acciones y tus decisiones. Por eso, ten cuidado de cómo reaccionas y, sobre todo, no dejes que las emociones te dominen: ellas tienen el poder de destruirte.