Alvaro Mendoza nos presenta hoy en «El Show Del Padrino»  la segunda regla del Marketing: eligiendo el mercado adecuado.

7 Reglas de la Prosperidad Empresarial

1. Definir Un Mensaje Claro
2. Elegir el Mercado (Público) Adecuado
3. Usar el Medio o Medios Adecuados de Respuesta Directa
4. Pensar como un Empresario
5. Crear Sistemas Efectivos
6. Obtener el Máximo Valor de Tu Día
7. Construir una Red de Soporte Poderosa

Presentado por: Alvaro Mendoza de www.MercadeoGlobal.com

¡Hola, de nuevo! El tema que concierne al video adjunto es tan o más importante que el anterior, tan o más interesante: es la segunda de las 7 Reglas para la prosperidad empresarial en la nueva economía, un libro que escribí junto con mi mentor Dan Kennedy. Elegir el mercado adecuado es una de las claves del éxito porque la mejor oferta hecha a alguien que no esté calificado o que no esté interesado no va a funcionar.

Cuando comuniques tu oferta, no solo debes estar seguro de que es el mensaje correcto, sino también de que se lo estás enviando a las personas adecuadas, altamente segmentadas, clientes que se van a beneficiar con tus productos o servicios.

Para que un mensaje surta el efecto adecuado, debe cumplir las siguientes condiciones: que el acceso a los clientes sea fácil y económico, que ese público manifieste interés real en el producto o servicio que se le ofrece, que tenga los medios económicos necesarios para adquirirlo y que ya tenga conocimiento del producto y confié en él.

En principio, se antoja un menú difícil de preparar, pero la verdad es que no, siempre y cuando evites cometer el mismo error que frena a cientos de emprendedores cuando inician sus proyectos: creer que saben quiénes son sus clientes. Saber quién es tu cliente significa conocer su edad, sexo, trabajo, familia, expectativas, gustos y capacidad económica, entre otros factores, además de sus datos de contacto directo.

El problema es que muchos emprendedores creen que pueden llegarle a todo el mundo, como si se lanzara una red al mar para después mirar qué cayó en ella. Si tú haces marketing de esta forma, lo único que te puedo garantizar es que el dinero que usas en esos intentos no es una inversión, sino un gasto infructuoso.

Es como si tomaras los billetes y los tiraras a la basura o los mandaras directo a la candela de la chimenea para que se quemaran. Hay múltiples formas de saber si lo hacemos bien, opciones que inclusive las pequeñas empresas que no tienen grandes presupuestos para publicidad pueden emplear: puedes elegir por zona geográfica, por demografía, por grupo de afinidad, por edad, por nivel de estudios…

La pregunta, entonces, no es qué herramientas puedes usar para hacer que el mensaje les llegue a los destinatarios correctos, sino ¿a quién te quieres dirigir, cuál es el público objetivo al que te interesa llegar? Primero debes establecer si esas personas están presentes en internet y luego, en dónde: ¿Facebook?, ¿Twitter?, ¿Instagram?, ¿YouTube?, ¿ve o no ve teleseminarios?, ¿usa el correo electrónico?

Eso significa, entonces, que nuestra tarea debe comenzar por el QUIÉN, no por el QUÉ. Sin embargo, en demasiadas ocasiones los emprendedores se centran en el qué: qué voy a ofrecer, qué servicio voy a brindar, qué precio voy a fijar, qué ganancias voy a obtener…

Debes entender, en todo caso, que puede haber más de un quién: a veces, un producto satisface las necesidades de varios nichos de mercado distintos, lo que implica que el mensaje debe ser diferente, específico para cada uno de ellos.

Te doy un ejemplo: la mayoría de mis clientes son profesionales independientes (consultores, asesores, conferencistas, coaches, marketeros, conferencistas) y a todos les sirve por igual mi producto Flujo de clientes ilimitado, pero me obliga a ser específico con el mensaje que le envío a cada segmento. Por eso, entonces, es imprescindible saber a quién me dirijo, quién es mi público objetivo. De esa manera, reduzco costos de publicidad, facilito la segmentación y, lo mejor, acelero la conversión de mis prospectos en clientes.

Por último, te llamo la atención sobre un aspecto que es muy, muy importante: cuando se habla de ventas, el ser humano está condicionado a pensar en nuevos clientes y suele descuidar a los que ya están ahí, a los que ya te compran, a los que depositaron su confianza en ti. ¡Esos clientes antiguos ya son tuyos, no los descuides! ¡Son el mejor activo que tiene tu negocio, no los olvides!

Te voy a dar una cifra que no debes pasar por alto: por cada mes que pase sin que contactes a tus clientes antiguos, pierdes un diez por ciento de relación con ellos. Es decir, en solo diez meses los habrás perdido para siempre, como si nunca los hubieras conocido. Este y más secretos podrás encontrar en el video, que está interesantísimo. Hasta pronto.

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